EN 1945 LA POETISA CHILENA, DIPLOMÁTICA Y
PEDAGOGA, LUCÍA GODOY ALCAYAGA, CONOCIDA MUNDIALMENTE COMO GABRIELA MISTRAL, SE
CONVIERTE EN LA PRIMERA MUJER IBEROAMERICANA EN RECIBIR EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA.
AHORA, REVELAMOS AQUÍ UN DESCONOCIDO PASAJE DE SU PLUMA QUE LA VINCULA CON EL
CUENTO DE CAPERUCITA Y EL LOBO.
By: Erick Bellido
Hace 75 años, la talentosa poeta Gabriela Mistral, oriunda del Valle del Elqui ubicado en la zona norte de Chile, decidió explorar el mundo de la narrativa infantil europea, hurgando al interior de diversos micro-mundos literarios, para descubrir en la profundidad de una antigua biblioteca de Estocolmo en Suecia, una saga de cuentos que la incentivan retrospectivamente a re-visitar su propio legado inspirado en caperucita y el lobo, sacando una pequeña libreta de su bolsillo para esbozar unas cuantas líneas para dejar escapar sus ideas, pues horas más tarde, recibiría el Premio Nobel de Literatura directamente de manos del Rey Gustavo V.
Sin duda que ser la primera mujer en recibir tamaño galardón la emocionó en lo profundo de su ser, en ella, se encarna también, un reconocimiento al legado literario legado muchas talentosas mujeres que hasta antes de este reconocimiento se encontraban invisibles a los ojos del escrutinio público. Un sello de honor que le valió la coronación a su dilatada trayectoria intelectual, heredada a través de sus maravillosas publicaciones que transitan por temas vinculados a un amplio abanico temático, pasando desde la religión, la infancia, el esoterismo, la política, el folclor y los clásicos cuentos, esos que atrapan a grandes y chicos, faceta que cultivó profusamente en el México de la década de 1920, donde la poetisa junto a otros intelectuales latinoamericanos logran refundar el sistema educativo.
Fue así como entre 1924 y 1926, reescribe desde su particular estilo rupturista, una serie de
cuentos infantiles clásicos versificados, entre ellos destacarían La Cenicienta, La
Bella Durmiente, Blanca Nieves y el clásico cuento de la Caperucita Roja. Aunque su edición y publicación no fue en formato de libro, sino a través de tirajes masivos en diarios, revistas y
suplementos culturales de la época.
Aquí reproducimos la desconocida versión de "Caperucita Roja", pasado por la pluma de la recordada Gabriela Mistral, y donde narra de forma muy poética el texto escrito en verso alejandrino, es decir, de catorce sílabas perfectas:
Caperucita
Roja visitará a la abuela / que en el poblado próximo sufre de extraño mal. /
Caperucita Roja, la de los rizos rubios, / tiene el corazoncito tierno como un
panal.
A
las primeras luces ya se ha puesto en camino / y va cruzando el bosque con un
pasito audaz. / Sale al paso Maese Lobo, de ojos diabólicos. / «Caperucita
Roja, cuéntame adónde vas».
Caperucita
es cándida como los lirios blancos. / «Abuelita ha enfermado. Le llevo aquí un
pastel / y un pucherito suave, que se derrama en juego. / ¿Sabes del pueblo
próximo? Vive en la entrada de él».
Y
ahora, por el bosque discurriendo encantada, / recoge bayas rojas, corta ramas
en flor, / y se enamora de unas mariposas pintadas / que la hacen olvidarse del
viaje del Traidor…
El Lobo fabuloso de blanqueados dientes, / ha pasado ya el bosque, el molino, el alcor, / y golpea en la plácida puerta de la abuelita, / que le abre. (A la niña ha anunciado el Traidor.)
Ha tres días la bestia no sabe de bocado. / ¡Pobre abuelita
inválida, quién la va a defender! / … Se la comió riendo toda y pausadamente /
y se puso en seguida sus ropas de mujer.
Tocan
dedos menudos a la entornada puerta. / De la arrugada cama dice el Lobo:
«¿Quién va?» / La voz es ronca. «Pero la abuelita está enferma» / la niña
ingenua explica. «De parte de mamá».
Caperucita
ha entrado, olorosa de bayas. / Le tiemblan en la mano gajos de salvia en flor.
/ «Deja los pastelitos; ven a entibiarme el lecho». / Caperucita cede al
reclamo de amor.
De
entre la cofia salen las orejas monstruosas. / «¿Por qué tan largas?», dice la
niña con candor. / Y el velludo engañoso, abrazado a la niña: / «¿Para qué son
tan largas? Para oírte mejor».
El
cuerpecito tierno le dilata los ojos. / El terror en la niña los dilata
también. / «Abuelita, decidme: ¿por qué esos grandes ojos?» / «Corazoncito mío,
para mirarte bien…»
Y
el viejo Lobo ríe, y entre la boca negra / tienen los dientes blancos un
terrible fulgor. / «Abuelita, decidme: ¿por qué esos grandes dientes?» /
«Corazoncito, para devorarte mejor…»
Ha
arrollado la bestia, bajo sus pelos ásperos, / el cuerpecito trémulo, suave
como un vellón; / y ha molido las carnes, y ha molido los huesos, / y ha
exprimido como una cereza el corazón…
APUNTES SOBRE EL CUENTO ORIGINAL DE CAPERUCITA
Téngase presente, que las primeras dos versiones las podemos ubicar en Charles Perrault y Los hermanos Grimm. El primero fue el autor original del
relato, quien lo recogió de la tradición oral del campo
francés allá por 1697.
Su versión tiene el final más trágico: Le petit chaperon rouge de Perrault
cuenta como el
lobo le exige a Caperucita que se desnude y tire sus ropas a la chimenea,
posteriormente la
hace entrar a la cama con él, donde la devora.
La connotación sexual de esta historia es más menos evidente, como han señalado varios psicoanalistas, no obstante, el cuento original era más crudo todavía: el lobo invita a caperucita a comer la carne de su abuela que acaba de descuartizar. Claro que Perrault debió suavizar esta historia, dado que estaba dirigida a un público muy selecto, la corte del Rey Luis XIV.
Por
lo anterior, Perrault remató su relato con una moraleja en verso que dice más o menos así: «Las
jovencitas elegantes, bien hechas y bonitas / hacen mal en oír a ciertas
gentes, / y que no hay que extrañarse de la broma / de que a tantas el lobo se
las coma. / Digo el lobo, porque estos animales / no todos son iguales: / los
hay con un carácter excelente y humor afable, / dulce y complaciente, que sin
ruido, / sin hiel ni irritación / persiguen a las jóvenes doncellas, / legando
detrás de ellas / a la casa y hasta la habitación. / ¿Quién ignora que Lobos
tan melosos / son los más peligrosos?».
De forma más menos
explícita, el
autor llamaba a las jovencitas aristócratas a mantenerse señoritas y no entregarse al primer desconocido
de “carácter excelente y humor afable”.
Posteriormente, tenemos la
versión de Los hermanos Grimm, quienes le dieron
un final feliz a
la historia al introducir al personaje del cazador, quien salva
tanto a Caperucita como a su abuela del lobo. Ahora el mensaje era
otro: si
los niños no le hacen caso a sus padres- la madre de Caperucita le dijo que no
se desviara del camino ni hablara con extraños- se los comerá el lobo.
Una moraleja bien
alemana:
los niños tienen que ser obedientes. Distinta a la sexualizada versión francesa y su advertencia para las
jovencitas. ¿Por
cuál de las dos optó nuestra querida Gabriela Mistral?
Ella no era de las
profesoras que asustaran o golpearan a los niños para que hicieran caso.
Siempre fiel a las raíces folclóricas, en sus versos se menciona de forma
explícita que el Lobo dice: “Ven
a entibiarme el lecho”,
y que “Caperucita
cede al reclamo de amor”. Con
esto Mistral rompe con los arquetipos moralistas y pudorosos de la época,
manteniendo la versión original del cuento, con su duro y trágico desenlace.
Pero cabe preguntarse entonces ¿cuál era la razón? ...posiblemente la
normalista se mantuvo fiel a su filosofía de “todas íbamos a ser
reinas” y
optó por no llenar la cabeza de las niñas con promesas y sueños que no se iban
a cumplir, preparándolas desde ya para la dura realidad, donde no hay un héroe
que venga a rescatarlas. Quizás otra explicación radica en que tal vez la ganadora
del Nobel buscó poner sobre la mesa un tema tabú para la época: la pederastia.
Sea cual sea la razón, todos estos cuentos fueron reeditados en Chile en 2012 por la Editorial Amanuta, la cual los publicó en formato de libros de cuentos independientes, con ilustraciones de la artista Paloma Valdivia.
Si va a una librería antes de Navidad, busque esta desconocida narrativa de cuentos infantiles clásicos reescritos por una caperuza poetiza de talla mundial.
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