
Ad portas a cumplirse 56 años de la muerte y 132 años del nacimiento de Albert Einstein, desempolvo un singular libro que rescata una selección de cartas cruzadas entre el genio de la física y los niños de su época, develando su capacidad para simplificar las más complejas ideas sobre el universo y la ciencia. Sin duda la cara desconocida de un genio que vale la pena repasar su legado.
Erick Bellido
Por momentos la gente se olvida de las mentes ilustres, y sólo se guarda vagas imágenes. Más allá de recordar el legado de Albert Einstein con su 'Teoría de la Relatividad' publicada en la revista Anales de Física (junio de 1905), es bueno retomar algunos fragmentos desconocidos de su pasado para desacralizar su perfil.
Mientras el próximo 14 de marzo (1879/nacimiento) y 18 de abril (1955/fallecimiento)Alemania recordará su estela, desde este espacio virtual ópto por relevar un texto que lleva por título "Querido Profesor Einstein", de Editorial Gedisa, en el cual su autora, Alice Calaprice, presenta un episodio desconocido del hombre de ciencia más grande del siglo XX, reproduciendo inéditas cartas en donde el Premio Nóbel de Física se dio tiempo de responder las inquietudes de niños de todo el mundo.
Calaprice, no sólo logra capturar esta esencia, sino dar forma a una obra literaria verdaderamente refrescante, que posee además la gracia de ser prologado por su nieta Evelyn Einstein, quien ofrece la visión de un abuelo dulce aunque distante, seguido por una breve biografía, además de un ensayo sobre Einstein y la pedagogía, que derriba el mito de las malas notas del científico en la escuela. Por si fuera poco, el texto ofrece un recorrido por la vida del físico a través de una treintena de imágenes inéditas, que denotan el alma de niño que poseía.
INOCENTE CORRESPONDENCIA
El fenómeno intelectual que detonó Einstein con sus investigaciones y apostolados trascendió del campo meramente científico, extrapolando su imagen de hombre sabio, siendo un referente a imitar por los niños de todo el orbe, quienes no vacilaron en empuñar un lápiz para escribirle acerca de sus complejas dudas en aras de respuesta del genio del momento.
Como era de esperar, de las miles de cartas que recibió, sólo logró responder unas cuantas, las que sin embargo desnudaron parte de su alma y un perfil ignorado de su personalidad, pues según se desprende del libro, disfrutaba con la compañía y curiosidad de los menores, al igual que responder las divertidas epístolas infantiles.
Así, la autora va recogiendo misivas desde 1914 hasta 1955, procedentes de Japón, India, Estados Unidos, Canadá, Austria, Alemania y Puerto Rico, lo que da cuenta de la universalidad de Einstein y su nexo con los niños, quienes le piden autógrafos, consejos y aclaraciones científicas. La celebridad da respuestas breves y didácticas.
Algunos feed back resultan interesantes, como la dinámica que genera Tyfanny, una niña que le escribe en 1946 desde Sudáfrica cuestionándole las dimensiones del espacio: “La historia no me interesa y creía que usted había vivido en el siglo XVIII o por ahí. Creo que lo había confundido con Isaac Newton o con otro. De todas formas, un día en la clase de matemática descubrí que la señorita (a la que nunca atendemos) hablaba sobre los científicos más brillantes. Mencionó que usted estaba en América y cuando le pregunté si estaba enterrado allí, y no en Inglaterra, ella me contestó: Bueno, todavía no está muerto. Me entusiasmé tanto al oír eso que casi me gano un castigo (...) Lo que más me preocupa es cómo puede ser infinito el espacio”.
La respuesta de Einstein es rápida y elocuente: “Querida Tyffany: Gracias por tu carta del 10 de julio. Debo pedirte disculpas por estar todavía entre los vivos. Aunque bueno, eso se remediará tarde o temprano”.
CONSULTAR AL GENIO
La mayoría de los niños y adolescentes que escriben a Einstein, lo hacen conscientes de que se dirigen a un científico destacado, por lo que el tono de sus cartas es de gran respeto y afecto al personaje.
Quizás por ello, el respetado hombre de ciencias suspendía por momentos sus estudios para dar respuestas amables y concisas a los niños.
Los temas tratados son variados, donde incluso es cuestionada su fe: “nos hemos planteado la pregunta ¿los científicos rezan?”, sobre su cordura: “todos los genios acaban volviéndose locos, porque en el pasado siempre ha sido así”, sobre sus gustos musicales e incluso sobre cuestiones metafísicas “por favor escríbame para decirme si la cuarta dimensión es el tiempo y explíquemelo”.
Otros niños lo invitan a ser miembro de un club, le preguntan si se considera genio o lo hacen reflexionar sobre el tiempo, la ciencia y la fe y apelan a su amistad.
UNA CARTA SELECCIONADA
Querido doctor Einstein:
Mi padre y yo vamos a construir un cohete para ir a Marte o a Venus. Esperamos que usted venga también. Queremos que venga porque necesitamos un científico y alguien que sepa conducir bien un cohete. ¿Le importa que venga Mary también? Tiene dos años. Es una niña muy simpática. Todo el mundo debe pagarse su comida, porque nos arruinaremos si tenemos que pagarlo todo nosotros. Espero que tenga un buen viaje si viene.
Con cariño,
John Culver (Indiana, 1952)

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