
A UN AÑO DEL TERREMOTO DEL 27-F Y AD PORTAS A CUMPLIR 26 AÑOS DEL TERREMOTO DEL 3 DE MARZO DE 1985, INGENIEROS Y ARQUITECTOS ANALIZAN EL ACTUAL ESCENARIO CONSTRUCTIVO EN CHILE, PARA EVALUAR CÓMO SE ENCUENTRA EL PAÍS ANTE LA POSIBILIDAD DE UN NUEVO EVENTO TELÚRICO. AQUÍ, INGENIEROS Y ARQUITECTOS PONDERAN LA SISMORRESISTENCIA.
Erick Bellido
Casi cinco años antes de que ocurriera el terremoto del 27 de febrero de 2010, escribí un artículo en un medio de circulación nacional, donde se evidenció los problemas de las construcciones a la ligera que se estaban realizando en Chile, como si nunca se hubieran registrado sismos en nuestro país, junto con alertar de la nula fiscalización a las empresas constructoras para exigir los estándares mínimos de calidad. Y a la fecha el panorama no ha cambiado casi nada.
Es que ya hemos aprendido que en Chile se registran en promedio 40 sismos diarios, claro, en su mayoría imperceptibles, salvo contadas excepciones, como las replicas telúricas que han mantenido en vilo desde santiaguinos a penquistas, iquiqueños y angolinos.
Pese a la capacidad de medir el movimiento de la tierra, y a los avances de la ciencia, aún no existe la tecnología capaz de predecir con precisión y detalle cuándo acontecerá un evento telúrico de consideración. Por ende, sólo nos resta conformarnos con los modelos predictivos basados en registros históricos y estadísticos, o bien, intentar confiar en las proyecciones y cálculos de arquitectos e ingenieros estructurales, llamados a planificar y construir espacios funcionales, pero particularmente muy “seguros”.
Tras las recientes misas, ceremonias simbólicas, masivos comentarios en redes sociales, sumados a protestas con marchas de miles de personas a lo largo de gran parte del territorio nacional que conmemoran el quinto terremoto más grande de la historia, el cual hace un año exacto arrojó un saldo de 523 muertos, 24 desaparecidos y poco mas de 8000 mil damnificados, resulta no menor preguntar ¿estamos realmente preparados, o mejor preparados para resistir un próximo terremoto similar al vivido el año del Bicentenario?
Los especialistas del colegio de arquitectos sostienen que si podemos resistir eventos telúricos similares al ocurrido el 27-F, no obstante las construcciones levantadas a partir de la década del ’50 sobre la base de hormigón y concreto han demostrado tener un buen comportamiento sismorresistente, aunque tras el último cataclismo, es bueno chequear las estructuras y hacer las debidas mantensiones.
Es que si en algo hay consenso, es que todos los chilenos dedicados al rubro de la construcción han sacado duras pero útiles lecciones de los errores del pasado. Por ello, no es raro que después de la arremetida de emblemáticos terremotos como los ocurridos en Valparaíso (1906), Talca (1928), Chillán (1939), Concepción (1940), Valdivia (1960), Santiago (1971), Chile Central (1985), Antofagasta (1995), y el vilipendiado evento que azotó a la zona centro y sur en 2010, hoy se prefiera la utilización de materiales más resistentes y se apliquen técnicas de infraestructuras más adaptadas a las características de nuestra ancestral condición telúrica, por lejos la más alta de todos el planeta Tierra.
Daniel Ordóñez, ingeniero civil estructural y docente universitario, sostiene que pese a los eventos acontecidos recientemente “hoy estamos mejor preparados para soportar terremotos similares a eventos pasados”, a pesar que advierte que “no cualquier ingeniero o arquitecto puede hacerse cargo del cálculo estructural de un edificio, ya que no todos son especialistas en estas materias, y a veces hay empresarios del sector que por ahorrar dinero contratan a profesionales del área no aptos para el nivel de responsabilidad que puede demandar una determinada obra”.
En este sentido dice Ordóñez, “tras el terremoto pasado, queda en evidencia lo que sucedió en diversas edificaciones calculadas no necesariamente por ingenieros civiles estructurales. Aún hay gente que muchas veces no entienden cómo funciona el mercado y los riesgos que se corren cuando no se tiene la expertis adecuada”.
CRÍTICAS AL SISTEMA
Sin duda entre las fuentes consultadas existe consenso en que en materia arquitectónica y de ingeniería estructural sismorresistente Chile es un referente importante dentro del concierto mundial junto con Japón. De hecho el afamado arquitecto Patricio Schmidt, es de los que sostiene que “internacionalmente destacamos por contar con altos estándares de calidad en construcción acondicionados para soportar sismos de pequeña y gran intensidad, al punto que Chile supera en un 80% la norma de eficiencia y eficacia en la aplicación de diseños arquitectónicos latinoamericanos”.
A juicio de Schmidt, el problema de enfrentar óptimamente la seguridad sísmica en las construcciones pasa por variables asociadas a cuanto el mercado está dispuesto a pagar por una vivienda o departamento sismorresistente.
Según el ingeniero Daniel Ordóñez, una de las grandes críticas apuntan al sistema de fiscalización chileno de las obras, a lo que se suma una implementación insuficiente para un monitoreo constante a lo largo de todo el territorio nacional, destinado a inferir zonas de un nivel de riesgo sísmico muy alto.
Tanto Schmidt y Ordóñez creen que existe poca claridad respecto de normas que regulan el diseño estructural de las construcciones, ya que suelen detectarse problemas en la disparidad de criterios al momento de aplicarlas.
Marcel Baeza, miembro de la Asociación Chilena de Sismología e Ingeniería Antisísmica, sostiene que “muchos ingenieros se ven sometidos a presiones de la industria por rebajar costos para calcular obras, y es ahí donde los de más experiencia no transan y los de menos ceden. Por eso nos consta que existen proyectos defectuosos que requieren de evaluación de terceros”.
Baeza advierte además la necesidad de crear una ley o normativa que regule la implementación de los ascensores, los cuales son importados en un 90% de los casos, muchos de los cuales no cuentan con la tecnología suficiente para sortear adecuadamente los temblores o sismos de mediana o gran intensidad.
MOLES QUE NO SE MUEVEN
En Chile existe menos una treintena de edificaciones que cuentan con sistemas especialmente diseñados para reducir las vibraciones provocadas por temblores o terremotos. Entre ellos destaca el edificio San Agustín, que alberga a la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica, la comunidad Andalucía, la Clínica San Carlos de Apoquindo, la línea 4 y 5 del metro de Santiago y el Puente Marga Marga construido entre 2000 y 2002 en Viña del Mar, sumándose a ello la saga de rascacielos.
“Las obras gruesas que cuentan con dispositivos disipadores de energía cuentan con altos niveles de seguridad. Como resultado se obtiene que los movimientos provocados por los sismos en la estructura se reduzcan hasta en un 50%”, comenta Mario Álvarez, gerente general de la empresa Sirve.
Risko es otra de las empresas chilenas de ingeniería dedicadas al negocio de reducir el impacto causado por los terremotos. En los últimos años han desarrollado un software orientado a la evaluación del riesgo sísmico de diversos tipos de edificaciones, para lo cual se simulan virtualmente los escenarios telúricos y se calculan las pérdidas que debe asumir, por ejemplo, una compañía de seguros. Por ello no extraña que estas empresas sean las principales consumidoras de este tipo de tecnología conocida como sistemas RS. De esta forma, el mercado ya cuenta con fórmulas para rentabilizar los desastres naturales.

REPENSAR
Las aterradoras imágenes del terremoto del verano de 2010, sin duda permaneceran vivas y latentes en la memoria de cada uno de los que vivenció la magra experiencia en Chile. Ante los ojos del mundo, no se trata de evidenciar el dolor, sino de asimilar experiencias para no cometer los mismos errores, pero también los registros fotográficos nos recuerdan la necesidad de actuar rápido ante las catástrofes naturales, evitando caer en lecturas y calculos políticos, pues en la emergencia soló vale la unidad nacional e internacional.
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