CONGRESISTAS
CHILENOS APOYADOS EN EL IDEÓLOGO DEL PROYECTO BRAIN, LEGISLARON HOY, PARA
RESGUARDAR A LOS CIUDADANOS DE LOS AVANCES DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL PARA
QUE EN EL FUTURO LA TECNOLOGÍA EVITE RESETEAR NUESTRAS MENTES AL CAUTELAR POR
LA AUTONOMÍA DE LIBRE PENSAMIENTO. CON ESTE PROYECTO DE LEY CHILE SERÁ EL
PRIMER PAÍS DEL ORBE EN PROTEGER LOS DATOS DEL CEREBRO HUMANO.
Texto: Erick Bellido
Santiago, Chile
Hoy 29 de septiembre se marcó un
hito en la nueva era del cibermundo globalizado, ya que de forma casi unánime
la Cámara de Diputados aprobó una propuesta de ley que busca literalmente proteger
los ‘neuroderechos’, también conocidos como derechos del cerebro y la mente, paso
clave para que la moción se promulgue en el corto plazo con fuerza de ley.
Así, los diputados en sesión de
la Cámara Baja, sancionaron con su votación de 121 votos a favor y 5
abstenciones, la postura de ratificar la aprobación a la iniciativa legislativa,
pero pesar en segunda instancia a la Cámara Alta, donde los senadores deberán durante
el mes de agosto revisar los alcances de la iniciativa para su eventual aprobación.
De seguir el curso de los acontecimientos previstos por los parlamentarios, Chile
podría convertirse en el primer país del planeta legisla en favor de proteger
un derecho inmaterial como es el resguardo de los pensamientos procesados a nivel
de la corteza cerebral.
Si bien esta mirada de futuro
surge en virtud de los gigantes avances científicos en el ámbito de las
neurociencias, las tecnologías aplicadas a las redes neuronales que se alojan
en el cerebro humano podrían llegar a alcanzar insospechadas consecuencias, lo
que coloca una campana de alerta a las materias propias de la bioética y sobre
los límites que se deben tener a resguardo desde el imperio de la ley frente al
avance de la ciencia y la tecnología, todo en pro del bien de la humanidad.
Para el neurobiólogo Rafael Yuste
la línea que divide la realidad de la ciencia ficción ya fue cruzada por la neurotecnología
aplicada “hoy ya es posible que las máquinas sean capaces de decodificar los
pensamientos humanos, aunque de forma muy primitiva aún, pudiendo detectar
hasta ahora aquello que una persona está imaginando en tiempo real”.
Tomando en consideración estas
palabras, es clave que tanto la comunidad científica como la clase política
tomen los debidos resguardos para que no resulte desmesurada la intromisión de
áreas que requieren una clara delimitación de los límites de hasta donde se puede
avanzar y hasta donde no, evitando socavar la dignidad y respeto a la vida e
integridad física y psíquica.
En ese sentido, la norma justamente
lo que busca es regular los requisitos, condiciones y restricciones para su
utilización en las personas, siempre en pro de resguardar la actividad
cerebral, así como la información proveniente de ella, cautelando con ello el
resguardo de la identidad personal, el libre albedrío, la privacidad mental, el
acceso equitativo para las tecnologías para el aumento de la capacidad
cognitiva y el combate a los sesgos de los cálculos o formulas algorítmicas.
Si bien, nada de estos esfuerzos
detendrá el avance vertiginoso de las ciencias de la mente, la sociedad global
no tardará en ser testigo de nuevos resultados en laboratorios financiados por
grandes empresas transnacionales que precipitarán la evolución humana para comunicarse
telepáticamente con otros pares o interactuar sin mediar habla con otros dispositivos
tecnológicos.
Quizás, esa tecnología que está a
unos cuantos pasos de estar disponible, es la que debe tener aplicaciones más
centradas en personas con discapacidades en las cuales sus sentidos están
impedidos para poder generar comunicación, ahí se deben generar espacios para la
discusión de sus usos, alcances y posibilidades, más centradas en fines médico-terapéuticos
que en crear razas hibridas de superhumanos.
Sin duda esta trama recién comienza a salir de su burbuja para instalarse con mayor fuerza en la próxima agenda pública, justo en tiempos en que las sociedades están en estado líquido y pos-deconstruidas.
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