En China,
las avenidas de Nanchang, provincia de Jiangxi, adoptaron como política ad
portas a la celebración de una festividad religiosa, instalar jaulas para
separar a los mendigos de los turistas. Ante la horrorosa determinación, que atenta
a todas luces contra los derechos humanos, las autoridades locales parecen no
dimensionar el impacto social y global.
La
aberrante determinación tiene aparejadas consigo incluso duras sanciones, pues en
caso que los indigentes no acaten la normativa de pedir a los transeúntes desde
el interior de las jaulas, serán literalmente expulsados de la ciudad.
Para
asegurar la efectividad de la aplicación de la disposición, las autoridades,
masificaron su proclama utilizando medios de prensa, radio y televisión para
disuadir sobre las consecuencias por no acatar la normativa.
Según
las autoridades la medida es solamente transitoria y en tanto dure el festival,
ya que no quieren que los mendigos acosen a los turistas pidiéndoles dinero.
Pero
más allá de las explicaciones ofrecidas por el Gobierno de China, el cual
garantiza entregar agua y alimento a los mendigos, liberándolos del saturado
transito callejero, junto con justificar la extrema medida, como una estrategia
de protección social especial, la cual va en directo beneficio de la seguridad, limpieza visual, control acústico –los indigentes no pueden llamar a gritos al
turista- y desplazamiento pacífico de las masas de peregrinos locales y
extranjeros, que se darán cita en la ciudad por estos días.
En
respuesta a esta inusual determinación, en Asia, diversos organizaciones de
Derechos Humanos, denunciaron que se violan normas básicas sobre dignidad de
las personas, y que el trato a los animales de los zoológicos es mejor que el
recibido por los ciudadanos chinos.
Comentarios
Publicar un comentario
Si escribes en el blog, tendrás mis comentarios en menos de 24 horas.