1831: El AÑO EN QUE UNIERON FUERZAS CHINOS Y CHILENOS

LA ‘GUERRA DEL PÁCIFICO’ SIRVIÓ DE ESCENARIO PARA UNIR A 3 MIL CANTONESES CON 2.600 SOLDADOS CHILENOS. AQUÍ EXPLORAMOS UNA BÉLICA HISTORIA, QUE TERMINÓ ESCRITA CON SANGRE Y RINDIENDO CULTO EN PLENA BATALLA A UNA DIVINIDAD CHINA, Y QUE HOY REPOSA AL INTERIOR DE UN MUSEO EN SANTIAGO DE CHILE.

Texto: Erick Bellido

En el marco de la Guerra del Pacífico iniciada en 1879, las tropas del Ejército chileno, una vez desembarcados en el puerto peruano de Chimbote en septiembre de 1880, al mando del Comandante Patricio Lynch, organiza una expedición en el norte del Perú a fin de convencer al Presidente peruano, Nicolás de Piérola, que aceptara una tregua a través de una tratado de paz. Pero la estrategia desplegada no rindió los frutos esperados, la diplomacia fracasó y las hostilidades inevitablemente salieron a la luz.

La Así fue como previo a la ocupación de Lima por parte de un batallón de chilenos compuesto por 2.600 hombres, un día 11 de enero de 1881, se escribió un inédito capítulo para los anales de la historia, ya que los soldados encuentran resistencia peruana al interior de las múltiples haciendas, viéndose envueltos en cruentos enfrentamientos, y para su sorpresa, se encuentran al interior de galpones y pesebreras centenares de esclavos chinos, a quienes el comandante Lynch ordenó dejarlos en libertad.

La Como estos hechos se repetían, los soldados chilenos con frecuencia les regalaban comida a los chinos denominados ‘culíes’ -palabra de originaria de Sirilanka, que significa trabajador inmigrante para todo uso-, por eso se negaban a abandonar a quienes consideraban sus salvadores, siguiéndolos lealmente hasta el campo de batalla.

La Algunos historiadores y cronistas de la época sostienen que los culíes lograron adaptarse rápidamente a las tropas del ejército chileno, ya que se asimilaban a la imagen que proyectaba ‘Guan Gong’, una divinidad china que simbolizaba precisamente la protección, la lealtad y la confianza. Fue así que como una forma de sellar un pacto de colaboración mutua entre chinos y chilenos, en un suburbio al Sur de Lima, se concentran más de mil ciudadanos chinos al interior de un templo improvisado en la Hacienda San Pedro de Lurín, donde acuerdan un juramento de lealtad hacia al Ejército de Chile, siendo liderados por el comerciante e intelectual Liú Chin, más conocido como ‘Quintín Quintana’, quien ejerce el liderazgo de las fuerzas chinas.

La El diálogo con los chinos por parte de Chile, siempre lo lideró Comandante Patricio Lynch, ya que había visitado China tras participar en la Primera Guerra del Opio de 1840, donde aprende el dialecto cantonés, y llegó a ser parte de las tropas del Reino Unido durante su servicio en la Royal Navy, a bordo de la fragata “Calliope”. Por aquella época la ciudad de Cantón fue ocupada por casi 13.000 soldados y marineros británicos. En todas las acciones, Lynch demostró extraordinario valor, especialmente en Whampoo, por lo que fue citado en la orden del día, recibiendo una condecoración con la imagen de la reina Victoria, que siempre llevó prendida en su uniforme.

CHINOS AL CONO SUR DE AMÉRICA

La Entre 1830 y 1860, se producen dos Guerras del Opio, que terminan por afectar las rutas comerciales del gigante asiático, además de verse oprimido el pueblo ante la escasez de alimentos. Migran en barcos hacia las américas, sorteando hacinamiento, frío, hambre, amotinamientos, enfermedades y muertes. Los viajes con destino a México, Cuba y Perú tomaban cerca de 120 días de navegación, y muchos de ellos jóvenes, eran víctimas de tráfico humano para ser vendidos luego como esclavos, o bien, sirviendo de mano de obra barata para trabajar en plantaciones de algodón; caña de azúcar, construcción de rutas ferroviarias, guaneras y faenas mineras.

La Hacia fines del siglo XVIII, los chinos fueron víctimas de contratos abusivos, siendo golpeados y mantenidos en un estado de servidumbre y deuda, viviendo en condición de precariedad, lo que ha sido descrito como de semi esclavitud. Sólo algunos habían alcanzado un mayor estatus y se podían dedicar al comercio, pero durante el caos de la Guerra del Pacífico, muchos decidieron rebelarse contra su situación y formaron una alianza con los chilenos, peleando unidos contra Perú.

ACCIONES BÉLICAS

La El general chileno Patricio Lynch, a cargo de las acciones bélicas relacionadas con la campaña de Lima, había reclutado muchos de los chinos que trabajaban en los territorios ocupados, quienes cumplían funciones de apoyo al ejército, especialmente en cuanto al traslado de heridos y desconexión de minas explosivas. Ellos constituían el denominado “Batallón Vulcano”.

La De forma absolutamente improvisada, el comerciante Quintín Quintana se convierte en el líder del batallón chino (Vulcano). Sirvió de escenario para este hito el Campamento Militar situado en la localidad de Lurín, establecido junto momentos antes de la toma de Lima. Ahí se realizó un juramento de lealtad liderado por Quintana, en un altar rodeado de banderas de Chile y China, esta última con símbolos de la dinastía Qing.

La Curiosamente, al centro del altar de oración no había cruces cristianas, sino una figura de la divinidad conocida como ‘Guan Gong’. Como una forma de sellar el pacto entre chinos y chilenos, se sacrificó en el altar un ‘GALLO’ para mezclar su sangre con agua, y acto seguido, compartir el brebaje entre todos los asistentes al acto ritual, como una forma de jurar simbólicamente la alianza.

DIVINIDAD CHINA EN RITO DE GUERRA

La ‘Guan Gong’ es una divinidad que encarna a un antiguo general que vivió hace más de 1.800 años atrás, a fines de la segunda dinastía imperial ‘Han’ (Duró desde el año 206 a. C. hasta el 220 d. C. era de gran progreso económico, tecnológico, cultural y social en China). El legado de ‘Guan Gong’ como ente protector de los desvalidos ha continuado por generaciones en las comunidades del sur de China y en los grupos migrantes de dicho territorio y que se hallan en todas partes del mundo.

La En otro episodio de la guerra luego de la campaña de Lima, nos encontramos con un nuevo escenario en donde se menciona la figura de ‘Guan Gong’. Después de la toma de la capital limeña, muchos hacendados peruanos huyeron con el fin de escapar del conflicto y de la acción del ejército. Los chinos que trabajaban en las haciendas quedaron solos, pero en ese momento se generaron nuevos conflictos con las poblaciones afrodescendientes; una batalla entre dos grupos oprimidos que buscaban sobrevivir dentro del caos de la guerra. En el valle de Cañete, al sur de Lima, el conflicto fue brutal. Hubo muchos muertos y los chinos se refugiaron en las instalaciones del ingenio de azúcar de la compañía inglesa Swayne & Co., con el fin de sobrevivir. Tomando tubos de las calderas y maquinaría de la empresa, hicieron improvisados cañones para defenderse.

La Luego de la llegada del coronel Enrique Baeza del batallón Victoria, las cosas se calmaron y los chinos se unieron a sus camaradas que ya eran parte del ejército chileno. El Mercurio publica el 23 de septiembre de 1881, que el Coronel Baeza habría enviado a Benjamín Vicuña Mackenna “un ídolo de la China, esculpido en una sola pieza de madera y que representa al Dios de la guerra de los chinos”. Y sigue la nota: “Este noble objeto de arte y de superstición fue traído de Cañete por el señor Comandante Enrique Baeza y por pedido especial de los más de tres mil chinos que se retiraron de ese valle junto con el ‘Batallón Victoria’.

La Refiere el señor Baeza que los chinos se arrojaban al suelo profiriendo las exclamaciones de mayor dolor al tiempo de separarse de su dios, y no estuvieron contentos hasta verlo seguro a bordo y libre de la profanación(…)

UNA FIGURA DE GUAN GONG EN SANTIAGO

Poco se sabe en Chile, pero en Santigo, al interior del Museo Nacional de Historia Natural, exite una figura de la mítica deidad sagrada conocida como ‘Guan Gong’, la cual fue tallada en madera y que se encuentra extraordinariamente bien conservada desde hace más de 140 años.

Algunos antropólogos creen que esa pieza fue la que estuvo en el altar de juramento entre chinos y chilenos levantado en haciendas próximas a la ciudad de Lima, Perú. ¿Será posible que sea la misma?. Hasta la fecha no hay certeza. Lo que si se sabe, es que esa figura fue donada por Wenceslao Díaz el año 1882 al museo, por quien fuera el médico personal del otrora Intendentes Benjamín Vicuña Mackenna. Pero claramente esa hipótesis da para contarla en una próxima crónica de Erick Bellido, periodista de la Sociedad Chilena de Historia y Geografía.

Textos en consulta:

Tinsman, H. (2018). Rebel coolies, Citizen warriors, and sworn brothers: The Chinese loyalty oath and alliance with Chile in the War of the Pacific. Hispanic American Historical Review, 98(3), 439-469.

Tinsman, H. (2019). Narrating Chinese massacre in the South American war of the Pacific. Journal of Asian American Studies, 22(3), 277-313.