Investigación deja al
descubierto que los niveles de prevalencia
por trastornos del sueño hoy afectan a más de 150
millones de personas de países en vías de desarrollo, siendo los más vulnerables mujeres y adultos mayores. Depresión,
ansiedad y pesadillas figuran entre las principales causas. En el extremo emerge el temido fantasma del suicidio.
Texto: erick@bellido.cl
En los países en vías de desarrollo, las afecciones por falta de sueño se aproximan a las naciones desarrolladas. Así lo revela el primer estudio panafricano-asiático sobre trastornos del sueño. Una tendencia que se explica por el incremento de problemas de salud mental ligados directamente a la ansiedad y la depresión según se desprende de una reciente publicación efectuada por la Revista Sleep, y en la cual colaboraron investigadores
de la Universidad de Warwick (Reino Unido), Red Indepth (Ghana) y la
Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica).
Quizás lo más notable del hallazgo es que se afirma que en los países en vías de desarrollo, suman cerca de 150 millones de adultos los padecen trastornos del sueño. De estos, el 16,6% de los encuestados afirmó experimentar insomnio y otras
alteraciones graves del sueño, mientras que en países desarrollados como Canadá y Estados Unidos la cidras bordean cerca del 20% registrado principalmente en población adulta.
Entre los países estudiados, los investigadores hacen notar múltiples contrastes. A modo de ejemplo, en Sudáfrica y Vietnam presentaron tasas de trastornos del sueño
extremadamente elevadas, en algunos casos superiores incluso a las de los
países occidentales. Pero Bangladesh, aparece como el país de mayor prevalencia de problemas de sueño entre los países
examinados, evidenciando una tasa del 43,9% entre las mujeres. Una
cifra que supera en dos veces a la tasa de las mujeres en los países
desarrollados, situándose por sobre de la tasa de 23,6% registrada en gente del sexo masculino.
La prevalencia de
problemas de sueño en Vietnam también resultó muy elevada, puesto que llega al
37,6% entre las mujeres y del 28,5 % entre los hombres.
Totalmente distinto es el panorama registrado en Tanzania, Kenia y Ghana oscilaban entre el 8,3% y el 12,7%. La tasa de Sudáfrica era el doble de otros países africanos, del 31,3% entre las mujeres y del 27,2% entre los hombres. Y la
prevalencia de trastornos del sueño graves fue relativamente baja en India e
Indonesia: un 6,5% y un 4,3% entre las mujeres y los hombres,
respectivamente, del primer país, y un 4,6% y un 3,9% entre las mujeres y los
hombres del segundo país.
¿QUIÉNES SUFREN MÁS DE INSOMNIO?
Los resultados
apuntan a una prevalencia más elevada de los problemas de sueño entre las
mujeres y los grupos de más edad, tendencia ésta equivalente a la observada en
países de mayor nivel de renta.
El autor principal
del estudio, el Dr. Saverio Stranges de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Warwick, declaró: “Nuestra investigación muestra que la
prevalencia de problemas de sueño en los países en desarrollo es mucho más alta
de lo que se creía. El dato es especialmente preocupante habida cuenta de que
muchos países de renta baja tienen que hacer frente, además, a la presión que
ejercen sobre sus escasos recursos económicos enfermedades infecciosas como el
VIH y también a prevalencias cada vez más altas de enfermedades crónicas como
el cáncer y afecciones cardiovasculares”.
“De este nuevo
estudio se desprende que las alteraciones del sueño podrían constituir un
problema de salud pública que ha pasado desapercibido pero que es notable entre
las personas mayores, sobre todo las mujeres, en entornos de renta baja.
Asimismo, al parecer los problemas de sueño no están asociados únicamente a los
centros urbanos, puesto que la mayoría de los encuestados residen en zonas
rurales. Es posible que la prevalencia sea aún mayor entre quienes viven en
ciudades”, concluye Stranges.
VÍNCULOS DEL INSOMNIO
Los investigadores
examinaron la calidad del sueño de personas de cincuenta años de edad
procedentes de poblaciones rurales de Bangladesh, Ghana, India, Indonesia,
Tanzania, Sudáfrica y Vietnam, y también de un núcleo urbano de Kenia.
Además, buscaron
posibles vínculos entre las alteraciones del sueño y estadísticas demográficas
sociales, calidad de vida, salud física y afecciones psiquiátricas entre las
24.434 mujeres y los 19.501 hombres participantes en el estudio.
De esta forma, los
científicos hallaron una relación muy marcada, similar a la existente en el
mundo desarrollado, entre dichas alteraciones del sueño y patologías psiquiátricas
como la depresión y la ansiedad.
PESADILLAS Y SUS RIESGOS
Expertos del
PsychCentral sostienen que las pesadillas pueden estar asociadas a un alto
riesgo de suicidio. Por eso hay que poner atención al tipo de pesadillas que los
niños(as) y adultos relatan, y donde el insomnio, la depresión y las ideaciones
oscuras pueden conjugar una mala formula que afecta a las estructuras del
pensamiento negativo de las personas. Tras diversos estudios de campo, los resultados sugieren que las pesadillas en
sí mismas representan un factor de riesgo elevado de salud mental que debe ser
atendido por especialistas.
El cerebro necesita
el sueño para recomponerse de todo lo que ha acometido a lo largo del día; si
una persona se levanta con la sensación de haber dormido pero no descansado,
esa recuperación necesaria no se ha producido. Las pesadillas incrementan ese malestar,
puesto que el cerebro las vive, mientras se producen, como situaciones reales.
Si a eso le sumamos la falta de equilibrio emocional, el resultado puede
conducir a los extremos de atentar contra la propia vida.
Pero existen salidas
alternativas para abordar el problema, como son determinadas técnicas de manejo
psicológico por medio de la hipnosis, para tratar los trastornos del sueño. Sin
fármacos, y con muy buenos resultados; sin ningún riesgo. Además, existen
diversos ejercicios complementarios que se pueden ir practicando al interior
del hogar.
Según un estudio presentado
en la Revista SLEEP el año 2009, en el marco de la 23° Annual Meeting of the
Associated Professional Sleep Societies, se estableció que los problemas de
sueño, especialmente las pesadillas constituyen una señal de alarma y están
asociadas a un factor elevado de riesgo de suicidio. Y dado que las
dificultades en el sueño son susceptibles de tratamiento y están menos
estigmatizadas que la depresión y el suicidio estos resultados, según advierte
la psicóloga clínica Rebecca Bernert,
líder de esta investigación en comento, pueden afectar la evaluación estandarizada del riesgo de
suicidio y los esfuerzos para su prevención.
De esta forma, la investigación
hace énfasis en la necesidad de una evaluación más detallada de los patrones de
sueño de los pacientes y representan una oportunidad importante para la
intervención y prevención, junto con
evidenciar que los problema de sueño aparecen ahora entre las 10 señales
de alarma más importantes de suicidio por el SAMHSA (Substance Abuse and Mental
Health Services Administration). Por ello, el sueño y los cambios de humor están
íntimamente relacionados a fenómenos anímicos que terminan por alimentar la depresión
y estados de angustia radicales, los cuales deben ser tratados a tiempo.
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