Platón escribió la historia de una isla llamada Atlántida, ubicada “más allá de las columnas de Hércules”, como le denominaban los griegos al Estrecho de Gibraltar. La isla fue destruida por los dioses, dando origen a múltiples teorías respecto a su existencia. Ahora diversas expediciones científicas anuncian haber hallado sitios dispersos de la acrópolis por todo el mundo.
Erick Bellido Y.
erick@bellido.cl
En el año 356 a.C., Platón escribió la historia de una floreciente civilización que vivía en una isla “más allá de las columnas de Hércules” (Estrecho de Gibraltar) llamada Atlántida. La parábola afirma que la civilización, cegada por su poder y esplendor, desafió a los dioses, por lo que fue destruida sobre el año 9.500 a.C., aunque ni siquiera en este tema hay acuerdo entre los autores: la fecha de su destrucción varía entre el 10.000 a.C. y el 8.500 a.C.
Platón se basó en el sabio griego Solón, que 200 años antes había oído en Egipto que una isla había sido destruida “al oeste”.
Desde entonces surgieron infinidad de conjeturas, tanto para demostrar su existencia como para negarla. La última de ellas (2004) -del científico sueco Ulf Erlingsson- intenta sin éxito certificar que la Atlántida “realmente existió, pero que no desapareció afirmado que era la Irlanda”.
Pero ese mismo año 2004 un equipo de científicos alemanes y españoles aseguraba que el reino perdido se encontraba nada menos que en el Parque Nacional de Doñana, en la Provincia de Cádiz, España. Y, siete años después, el 13 de marzo de 2011, logran emitir por las pantallas de National Geographic la primera parte del inédito documental denominado "Finiding Atlantis" en el cual revelan el hallázgo mundial efectuado por el equipo multisciplinario de científicos de renombre conformado por Richard Freund, Jan Driessen, Ernst Pernicka, Claudio Lozano, Juan Antonio Morales, Quentin Letesson, Sebastian Giner y Carl Knappett. Pese al anuncio y registros fílmicos la comunidad científica mundial se encuentra sorprendentemente dividida, aún cuando la evidencia científica presentada es notablemente abrumadora, con barrido y firmas espectrales, termografía satelital y subacuática, entre otros equipos de última generación.
Es que sin ir más lejos, el propio discípulo de Platón, Aristóteles, sostuvo en su época que la historia de la Atlántida era una ficción inventada por su maestro para ejemplificar su teoría de la república ideal. No fue hasta la Edad Media que se puso en duda la opinión de Aristóteles, comenzando una discusión que aún perdura.
HISTORIA Y CATACLISMO
En el año 1665 el sacerdote jesuita A. Kirchner, investigador de la obra de Platón, afirmó que el continente perdido estaba sumergido en el Atlántico, entre España y América, la teoría más aceptada por los investigadores actuales y que disputa el liderazgo entre quienes la sitúan frente al Estrecho de Gibraltar.
Pero hay más teorías y para todos los gustos. Algunas la localizan en Egipto, en Creta, en las Azores, en las Bahamas, en Cuba, en México, en la Isla de Pascua, en Indonesia y hasta en la Antártida.
El explorador César Luis de Montalbán, sostuvo que en uno de sus viajes a Egipto, convivió con sacerdotes del Alto Nilo, quienes le confesaron ser descendientes de los atlantes, y que éstos llevaron a Egipto todos los conocimientos de su civilización, coincidiendo con un papiro que se conserva en el Museo de San Petersburgo, del reinado del faraón Sent, de la II Dinastía, donde se explican las investigaciones ordenadas por el monarca por considerarla la tierra de sus antepasados.
El explorador P. H. Phawcett, que aseguraba ‘vislumbrar’ su existencia, la estuvo buscando por Brasil sin éxito.
Mario Roso de Luna, astrónomo y escritor defendió en 1904 la idea de su ubicación en Extremadura (España), asegurando la existencia de atlantes en esta tierra.
En el año 2000, el explorador Robert Ballard descubrió los restos de un asentamiento humano a 100 metros de profundidad en las costas de Turquía, en lo que se cree son los vestigios de una civilización avanzada que vivió hace 10 mil años. La investigación financiada por la National Geographic, reveló que en el lugar se propició un masivo éxodo producto de una gigantesca inundación.
LECTURAS A LA CHILENA
Jaime Manuschevich, periodista de la embajada de Israel en Chile, también exploró el misterio de la Atlántida, elaborando un libro, La Atlántida: El Mito Descifrado, en el que intenta demostrar respaldado en descubrimientos arqueológicos, que la Atlántida sí existió, aunque en un lugar inesperado: el Medio Oriente.
“Era el lugar lógico donde había que buscarla. Allí, la primera civilización humana cobró vida en los tiempos señalados por Platón, es decir hace 11 mil años, siendo efectivamente una extensa isla ubicada en un gran mar, el Mediterráneo, como dice la leyenda”, señala Manuschevich, agregando que su procedencia es semítica.
Manuschevich cree que el comienzo y el fin de la Atlántida están relacionados con un cambio climático global acaecido como efecto de los deshielos de las regiones septentrionales de la Tierra.
“El centro de esta civilización estaría en lo que actualmente corresponde a las zonas de Samaria, Judea, el Neguev -hoy Israel- y el Sinai, hoy parte de Egipto”.
Según explica el autor del libro a La Nación, hace miles de años, aquella zona fue un territorio que estuvo rodeada por el mar, y en aquella época cubría el actual Valle de Leesrael, por el norte; el Mar Muerto al este y el estrecho o canal de Suez actual.
Precisamente allí, asevera el investigador chileno, hace más 11.500 años nació y prosperó la cultura natufitao natufiense, que es el primer pueblo agrícola conocido, que se extendió entre Israel y la frontera de Irak e Irán de este a oeste, y de norte a sur desde Siria a la frontera de Egipto y Sudán actual. “De su existencia nació, miles de años después, el mito de la Atlántida y de ellos proceden todos los pueblos semíticos, siendo los judíos quienes mejor conservaron lo esencial de aquella primera civilización”.
Platón escribió al final de su texto: “El Dios de Dioses, Zeus, que reina por medio de leyes puesto que puede ver tales cosas, se dio cuenta de que una estirpe buena estaba dispuesta de manera indigna y decidió aplicarles un castigo para que se hicieran más ordenados y alcanzaran la prudencia. Reunió a todos los dioses en su mansión más importante, la que, instalada en el centro del universo, tiene vista a todo lo que participa de la generación y, tras reunirlos, dijo...”. Allí termina abruptamente el relato de Platón. Su muerte dejó inclusa esta historia que se convirtió en el mito más importante de todos los tiempos.
Otra versión made in Chile, es da otorgada por el arqueólogo chileno Cristián Tanrantola, quién postula que remanentes de la cultura atlante se asentaron hace miles de años en la VII Región, al interior de Talca, donde construyeron un enorme terraplén de piedra.
“Mi teoría es válida, porque cuento con los antecedentes de que la Atlantis estuvo en América y poseyó 12 reinos. Yo descifré el código antropológico y geomorfológico del Enladrillado y toda su cosmovisión y los arqueólogos de Sudamérica ya están en antecedente de mi hallazgo”, anuncia con entusiasmo, investigación que dará a conocer ante un comité científico de la Unesco.
Camilo Valdivieso, autor del libro La Revolución Atlante, sitúa la Atlántida próxima al Estrecho de Gibraltar y afirma que tras la desaparición de su tierra sus habitantes “emigraron a zonas de América, ingresando a un mundo de galerías subterráneas conectadas con la selva amazónica y lugares de África. Incluso, en la Cordillera de los Andes existen galerías subterráneas vinculadas a la cultura Atlante”.
METEORITOS
La tesis que describe a los distintos continentes unidos en una sola masa, explica que América se separó de Europa, África y la Antártida. Al ver un mapa, se aprecian que sus formas calzan casi como las piezas de un rompecabezas. La excepción la constituye la zona correspondiente al Caribe y España, donde queda un espacio vacío, extensión tradicionalmente atribuida a la Atlántida.
Un grupo de geólogos alemanes concluyó que este hueco se produjo por una destrucción espacial. Observando la zona de Carolina, en EE.UU., donde hay una gran concentración de cráteres de meteoritos, los científicos determinaron que tales meteoritos habrían sido fragmentos de uno mucho más grande que habría caído sobre la Atlántida, produciendo su desaparición.
SÓLO UN GRAN MITO!!!
Muchos científicos se inclinan por la tesis de que la Atlántida es sólo un mito para ilustrar una parábola. Sin embargo, durante cientos de años se pensó que la Troya de Homero también era una ficción, hasta que Heinrich Schliemann la desenterró en 1871 siguiendo los textos al pie de la letra.
Sin ir más lejos, el propio discípulo de Platón, Aristóteles, sostuvo en su época que la historia de la Atlántida era una ficción inventada por su maestro para ejemplificar su teoría de la república ideal. No fue hasta la Edad Media que se puso en duda la opinión de Aristóteles, comenzando una discusión que aún perdura.
La Atlántida es un tema que nunca muere y reflota una y otras vez. Y lo ha hecho por milenios. Ahora, lo interesante es que cada vez aparecen más solidas evidencias arqueológicas que van demostrando la existencia de esa civilización basal y su expansión por el mundo. El yacimiento que se está investigando en España es algo que tiene registro en la investigación histórica y correspondería una cultura conocida como los tartesios, o la Tarsis bíblica. Yo identifico a los tartesios, en mi libro la “Atlántida: el mito descifrado”, como otra de las civilizaciones que emergen por efecto de la colonización tras la catástrofe, hace unos 7 mil años BP., colonización que efectuado de acuerdo la Biblia, por un biznieto de Noé, hijo de Java, quien es el cuarto hijo de Jafet, a su vez el tercer hijo de Noé.
ResponderEliminarTartessos o Tartéside (griego: Τάρτησσος, latín: Tartessus) fue el nombre con que los griegos conocían a esta primera civilización de Occidente. Se desarrolló en el triángulo formado por las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, en la costa suroeste de la península Ibérica, influyendo sobre las tierras del interior y el Algarve portugués. Se presume que tuvo por eje el río Tartessos, que los romanos llamaron luego Betis y los árabes Guadalquivir. Los tartesios desarrollaron una lengua y escritura distinta a la de los pueblos vecinos. En su fase final, mantuvieron una cercanía cultural con de fenicios.