SÓLO SE CONOCE UN 20% DEL ARCHIPIÉLAGO. EL VIENTO SOPLA A MAS DE 130 KM/H. SU HÁBITAT ACTUAL ES HOMÓLOGO A NUESTRO PLANETA HACE 12 MIL AÑOS ATRÁS. HOY, SE GESTIONA DECLARARLA PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD.
Erick Bellido
Olvídese de todas las bellezas naturales alguna vez vistas. Isla Madre de Dios es por lejos un megasantuario natural emplazado en una zona de excepción, en la XII Región de Magallanes y la Antártica Chilena, mar adentro en la Provincia Última Esperanza, en la que emerge tras sortear fiordos e islotes en pleno océano Pacífico del sur del Chile. El archipiélago parece como tocado con una varita mágica, sin duda un hito único, como sacado de un libro de hadas. Impacta a primera vista la blancura de sus montañas y senderos extensos de mármol; exuberante e impenetrables bosques milenarios los que blindan su exótica e inexpugnable biodiversidad.
En razón a tanto esplendor biológico, arqueológico y patrimonial, el Gobierno de Chile resolvió proteger dicho reservorio natural en calidad de patrimonio natural el año 2008. Para reforzar su preservación, en 2010 en el marco del Bicentenario, un equipo científico interdisciplinario logró revisitar el lugar por quinta vez –ver recuadro de expediciones-, pero con el patrocinio de los gobiernos de Chile y Francia, lo cual permitió habilitar en Madre de Dios un laboratorio natural para la ciencia a fin de dar continuidad a las labores de exploración científica y valorización en el estudio de una de las tierras más extremas del planeta, y que a la fecha solo ha sido explorada en un 20%. Aunque lejos la gestión más relevante que se trabaja en 2011, es lograr materializar que el archipiélago chileno sea declarado por la UNESCO bajo la categoría de Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Es que se trata de un sitio de suyo complejo. No sólo por sus extremas condiciones de habitabilidad, sino por encontrarse apartado de la civilización donde el mix hombre-naturaleza permaneció prácticamente divorciado durante años y, sólo hasta el siglo XIX, toma contacto con los intrépidos y valientes nómadas del mar: los Kawésqar. Ellos logran no sólo llegar a la extrema y remota isla chilena, sino que además, logran inmortalizar su estela en ella. Así, en las primeras expediciones científicas desarrolladas a comienzos del 2000, se descubre que Madre de Dios conserva evidencias de su rastro, dejando tras su paso sepulturas, conchíferos, rústicos hogares y significativas pinturas rupestres al interior de las cuevas tipo refugio que surgen por doquier próximas al litoral. Evidentemente, esta población nunca conoció la revolución neolítica, vale decir, sin sedentarización, sin crías ni cultivos. Pese al tiempo transcurrido de los ya casi extintos Kawésqar, sus antepasados en el tiempo de esplendor debieron haber encontrado la isla en condiciones intactas desde la Prehistoria.
PRIMITIVA DATA
El escenario paisajístico de Madre de Dios estremece por su belleza escénica. Enrostra una estética colmada de enormes cascadas, líquenes y helechos gigantes, aves, roedores e insectos adaptados a condiciones extremas, las más australes cuevas calcáreas del planeta donde se han descubierto sorpresivamente cráneos humanos que datan más de 800 años, esqueletos completos de ballenas azules, conchales, pinturas al ocre y los dibujos al carbón de leña dejados por la etnia Kawésqar. Por si fuera poco, el lugar es un verdadero registrador del clima y del medio ambiente, dado que este archipiélago representa también un éxito fundamental para la comunidad científica para captar la génesis evolutiva del clima primitivo y actual, junto con ofrecer una ventana a la evaluación de la reconquista biológica después de la última glaciación. Dentro de sus rarezas, destaca la oportunidad de estudiar naturalmente impresionantes cementerios de ballenas y toninas, excavar los áreas de interés arqueológico, medir el impacto actual de las actividades humanas en un sitio a priori intacto y explorar enormes galerías pétreas subterráneas.
La matriz que sirve de molde para dar forma a la austral isla patagónica se remite al paleocontinente Gondwana. Época donde América del Sur se encontraba estaba unida al continente africano.
Madre de Dios forma parte de un archipiélago de corales que beneficia un clima tropical y un bosque magallánico que logró conservar el género Nothofagus en este hito enclavado al medio de océano.
Los primeros estudios de la fauna de aguas dulces en la zona, demostraron una sorprendente variedad de especies a pesar de las obligaciones del medio ambiente y los vientos huracanados que rugen entre los 130 y 200 km/h en tiempos de tormenta. Refugio de especies exóticas nocivas como el salmón y la trucha salvaje, lapas gigantes e innumerables colonias de aves que se creían desaparecidas.
Por todo lo expuesto, actualmente Madre de Dios constituye un conservatorio natural para la Patagonia por conservar la memoria de una población que casi desapareció, los Indígenas Kawésqar, que colonizaron a Patagonia y sus archipiélagos después de la desaparición de los glaciares. Estas ocupaciones en cuevas constituyen el referente mundial más austral de migraciones humanas del último milenio.
EXPEDICIONES PIONERAS
En 1995 se efectuó el primer reconocimiento científico de la isla, luego que Marcelo Agüero, naturalista chileno y especialista en Kayak del mar, tras numerosas expediciones por la patagonia chilena diera cuenta del hallazgo. Dos años después, cuatro expediciones franco-chilenas de biólogos, geólogos y espeleólogos concretan profusas campañas de exploración entre 1997 y 2008, develando impactantes imágenes del prístino lugar, rodeado por glaciares de mármol, costas y praderas cubiertas de naturaleza dominada por la lluvia, el viento, requeríos, acantilados y mar. Dado lo extremo del trabajo en la zona, se incorporar espeleólogos, quienes asumen un rol táctico-técnico para hacer frente a las complejas expediciones científicas.
De esta forma, en 15 años, los equipos de Centre Terre, han sumado a los apoyos gubernamentales, la colaboración de CAP e IMOPAC, Rolex y el Centro Minero de Guarello, destacando especialmente el papel de la Nacional Geografic, BBC y TVN a través de la serie Cazadores de Ciencia, al multiplicar masivamente el conocimiento del lugar a nivel planetario.
Centre Terre cuenta desde el año 2006 con una base-refugio permanente, indispensable para permitir las investigaciones en óptimas condiciones. Para el periodo 2011- 2012 se proyecta explorar, un sistema de cuervas y cavernas de amplia extensión, presumiblemente las más profunda y extensa presente en todo el territorio nacional, ofreciendo una oportunidad única para estudiar la irregular geografía y la memoria de la Tierra.
Fuente e imágenes: Centre-terre / Francia
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