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PANDILLAS... CAOS, LIMBO, CAMBIO Y REINSERCIÓN

'SIN DIOS NI LEY', O 'CON DIOS Y CON LA LEY'. UNA PARADOJA SORTEADA POR UN EX PANDILLERO NORTEAMERICANO. AQUÍ SU TESTIMONIO DE VIDA. UNA PAUTA PARA COMPRENDER LOS OCULTOS CÓDIGOS DE LA CALLE. 

Texto: Erick Bellido Y.

Tras la muerte del joven Daniel Zamudio, víctima de un ataque homofóbico producido por un grupo neonazi, quedan dando vueltas una serie de interrogantes sobre la mutación que han experimentado en los últimos años las pandillas y tribus urbanas en Chile y el extranjero, llegando a los excesos que han terminado generando conmoción internacional.
Durante esta semana, la Embajada de Estados Unidos, junto a la Corporación Mañana y Paz Ciudadana, trajeron a Chile un ex pandillero rehabilitado para compartir su vivencia al interior de un submundo desconocido para muchos. Se trata del norteamericano Fabián Debora, de 37 años, hijo de latinos, casado y cinco hijos; pero cuya vida actual no tiene símil con lo que experimentó entre los 7 y los 19 años. La pasó sumido en los suburbios y cárceles de Los Ángeles. Vendía y consumía cristales de ‘crack’, captaba clientes VIP asistido de trabajadoras sexuales a quienes brindaba protección manipulando diversos calibres de armamentos, enfrentando rudas mafias y  pandillas rivales, y efectuando rutinas de robos y asaltos con ayuda de sus propios Gang; para cerrar la jornada, dibujándose un nuevo tatuaje, o moverse al filo del limbo entre la vida y la muerte, lideando -cual pirata- en pugilatos por territorios en pugna, o bien, borrar su mente consumiendo cristales arriba de autos ajenos, para amanecer con rostro de sombie detenido en calabozos sin recordar que pasó la jornada anterior.
“Mi infancia y juventud la pasé del terror. Sin rumbo ni sentido. Nunca sabía si viviría para ver el sol al día siguiente. Mi madre, aunque intentó mil veces sacarme de la calle alejándome  de las malas influencias, no podía lograr despertarme ni con sus gritos ni llantos. Ilógicamente, mi referente era mi padre. Un pinche cabron que también corría en está loca movida narco-pandillera. Ir contra la ley era parte del estilo de vivir mío y de mi father (....) una vez dentro de la vaina, no puedes librar del circuito, porque te matan al toque. Manejas dinero, contactos, drogas, libre sexo callejero, consigues y mueves armas tácticas, estudias blancos y portas mucha información vital con la cual puedes fregar golpes o liderar quitadas de droga”, relata Debora, hoy reinventado en un destacado consultor.
Respecto a su vida agrega “toqué fondo, vi el abismo, escuché cientos de veces voces internas que me decían ‘kill out, kill out, kill out... ya no tenía sentido mi existir”.
            Pero Fabián confiesa que finalmente, su salvación llegó de la mano de un cura católico y de su madre, tras perder todo los bienes que poseía, siendo testigo de la degradación y muerte en su propia ley de su padre y amigos.
La historia de Fabián Debora, es similar a un guión de película.  Del drama y el caos, logró cruzar el muro hacia la tierra prometida. Revertió su degradado destino, para convertirse en un destacado experto en 'Substance Abuse' y asistir en calidad de asesor sobre ideología pandillera a la propia Policía de Los Ángeles. Hoy, marca la pauta en el área de la prevención y reinserción social, sacando de la condición de calle a niños y jóvenes similares a él en su infancia, para lo cual se vale de su verborrea comunicacional sobre su historia pasada, y las armas del arte muralista para invitarlos a dibujar y pintar. Su trabajo es reconocido y respetado globalmente por sus pares, siendo incluso director de la 'Artist Homeboy Industries', en California, impulsamdo escuelas cristianas que acogen a miembros de tribus marginadas del sistema educativo, para borrar sus tatuajes gratuítamente, y enseñarles un oficio ligado a las artes o las energías renovables y lograr insertarlos en el mundo laboral. Sin ir más lejos, en abril comenzará a pintar junto a sus discípulos, un mega mural en el principal aeropuerto de Nueva York.
      Tras su breve paso por Chile, visitó las caletas –niños que viven bajo los puentes- compartió con pandilleros y pintó murales. De esta manera comprobó en terreno que la realidad local es más compleja que la vivida en Estados Unidos. “Creo que Chile tiene mucha tarea por hacer con estos chicos. Les queda pendiene aún trabajar mas estrechamente con la empresa privada, ONGs, entidades de seguridad ciudadana y el mundo político. El cambio es posible pero implica cambiar el método de intervenir sin ser invasivo y respetando la diversidad de quienes ya tienen su estilo de ver las cosas. El detalle está en ser guías que lean su sentir de igual a igual”, dice Debora.

PANORAMA CHILENO
Pero el fenómeno del pandillismo ya no se trata de un caso  aislado, sino que se instaló en el tejido social, con evidentes matices de desestabilización generados por las prácticas de violencia de algunos grupos integrantes de estos espacios microsociales, los cuales responden de forma contestaría y refractaria al entorno barrial en el cual se mueven, validando entre sus pares asistémicos como prácticas rotuladas artificialmente como “normales” en la convivencia del día a día, junto con reforzar códigos y leyes callejeras que escapan con facilidad fuera de las normas y convenciones sociales.
Pero se debe tener presente que no es fácil lograr caracterizar las conductas y acciones de las pandillas, pues cada grupo se encuentra anclado a sus propios ritos iniciáticos, territorios, lenguaje, rutinas y ejercicios de estudio del entorno en el que suelen moverse.  Además, se vinculan y afiatan según contextos, entornos y escenarios, asumiendo prácticas particulares que responden fenómenos sociales de impacto. Así, más por sus conductas y estética imponen su impronta o sello, especialmente por las representaciones socio-culturales que invisten, configurando estereotipos de entidades compuestas por reducidas minorías conflictuadas con la sociedad, optando por asumir el rol de marginados.
     Sus fuentes de inspiración y referentes, son copia fiel de ideologías foráneas sacadas fuera de contexto, imitadas desde portales web y virales bizarros que circulan por el lado oscuro de internet. Incluso, se nutren de textos clandestinos y elementos tomados de filmografía. Y aunque las Pandillas, al igual que las sectas religiosas destructivas, no son movimientos  originarios de la sociedad chilena, su ideología muta adaptativamente a la cultura del país que la asimila. Sus patrones se alimentan de experiencias vividas por medio de la mímesis o imitación, dejándose asumir por agrupaciones preferentemente de adolescentes y jóvenes motivados por diversas situaciones personales y de pertenencia. Estos modelos que convocan a grupos específicos tienen génesis formativas en las sociedades donde se han gestado, pero que al instante de “transferirse” hacia otras regiones geográficas y sociales, lo obvio es que repetirán, a través de quienes los asumen en tanto que pandillas nacionales, las mismas conductas y acciones ya experienciadas en los lugares donde se generaron.

METAMORFOSIS
     El tema pandillero evidenciado en la década de los años 60’ en Chile, presentaba  perfiles románticos inspirados en la película estadounidense “Amor sin barreras”, que relataba las rivalidades entre dos pandillas, atravesadas por el apasionado amor vivido entre el jefe de una de ellas y la hermana del líder de la pandilla contraria. Inspirados por la película, los muchachos de entonces - jóvenes cuasi niños -, estructurábamos “pandillas” y nos desafiábamos a “guerras de pandillas” en el atardecer de las plazas de armas y de barrios que, en esos años, tenían jardines separados por arbustos que servían de escondites para lanzar y evitar los avellanazos, lanzados por nuestras precarias hondas elasticadas; después de un rato retomábamos el dialogo, terminábamos la “batalla”, y seguíamos “tan amigos como siempre”.
     Este modelo pandillero juguetón, nada tiene que ver con las estructuras actuales del fenómeno social de las pandillas que se evidencia en Chile. De acuerdo a información seria y responsable, hacia el año 1997 se detectaba en el Gran Santiago un total aproximado de 35 grupos pandilleros; a fines del milenio, año 1999, esta realidad se había duplicado y la cifra comprobable asumía la existencia, en el mismo entorno capitalino, de más menos 70 entidades del tipo descrito. Al recabar antecedentes actuales, las estimaciones investigativas sobre el fenómeno social minoritario informan que “hoy” (año 2009) es constatable la existencia de un número superior a las 350 pandillas, incluidas las tipologías tribales urbanas y campesinas, en la geografía social y física del país.
     Hecha esta constatación, debe aclararse que la absoluta mayoría de las agrupaciones pandilleras no realizan, como práctica habitual, acciones de violencia. Este dato es útil para corregir las opiniones genéricas que se emiten cuando alguna pandilla ejecuta acciones de violencia delictiva, porque la “tentación” es sospechar, a partir del hecho puntual, de todas las organizaciones del tipo sociológico, emitiéndose condenas globales poco informadas sobre hechos particulares. Esta aseveración objetiva, no implica “limpiar” las conductas internas de pandillas y tribus de la tipología, algunas de las cuales son claramente atentatorias de la dignidad humana de sus integrantes. En este sentido recordamos los frecuentes suicidios de jóvenes mujeres y varones, inducidos por las depresiones de pertenencia y que llevan a una minusvaloración gravísima de la vida. Es la misma conducta en ámbitos íntimos de tipo sexual, donde el embarazo adolescente, y el contagio de enfermedades venéreas (incluido el VIH-SIDA) hace parte de una realidad dramática ligada a la pertenencia a pandillas, tribus urbanas y campesinas.
     Las Pandillas actuales se corresponden con estructuras herméticas, minoritarias, exclusivas y excluyentes, caracterizadas por tener pocos integrantes (es una decisión de conducción) y comandadas por  liderazgos fuertes que reproducen mandos autoritario-dictatoriales. Al interior del grupo la pertenencia induce grados de fanatismo incondicional y acrítico respecto de los “valores” definidos por la entidad; la duda y la crítica no son aceptadas y la disidencia puede considerarse como traición,... y la traición trae consecuencias graves de tipo represivo.
     En los ámbitos informativos, los primeros planos noticiosos han sido ocupados, en los últimos años y respecto del pandillismo, por las acciones de violencia delictiva de los grupos “Skinheads neonazis”. Estas Pandillas, con sustrato ideológico primario, a través de sus diversas “células” han ocupado primeras planas informativas porque algunos de sus integrantes son autores de hechos delictivos graves, homicidios incluidos. En estos tipos sociológicos de entidades pandilleras “cabezas rapadas”, el tono ideológico lo instala la adscripción a un “neo-nazismo” que repone, en el ámbito público y privado, momentos históricos dolorosos para la conciencia universal y que se nutrieron del barbarismo nazi hitlerista. La estética de los integrantes del movimiento pandillero Skinheads, se instala en ropa, generalmente negra, en casacas de cuero, en bototos con cordones de distinto color (que son “jinetas y condecoraciones” asignadas luego de participar en alguna “barrida o limpieza” en contra de grupos sociales y personas, a las que definen como “lacras sociales”), en cortes de pelo al rape, en suspensores blancos colgando sobre las caderas, etc.
     La sociedad chilena, ha sido testigo de hechos de extraordinaria violencia, proveniente de pandillas ligadas al nazismo, que no son las únicas que realizan acciones de esta naturaleza. Sobre estos temas, es conveniente que las organizaciones religiosas, las familias, los colegios (estudiantes, profesores, padres, madres y apoderados), las autoridades, las organizaciones policiales, etc. se informen responsablemente para prevenir hechos lamentables, dejando de ser reactivos al actuar de estas agrupaciones minoritarias que muchas veces terminan escondidas detrás de clubes deportivos, y agrupaciones de manifestantes fortuitos sólo buscan inquietar y desestabilizar las sociedades por medio de la instauración del caos.

RAYADO DE CANCHA
Según relata el abogado y sociólogo Humberto Lagos Schuffeneger, las Pandillas, en  su  gran  mayoría,  cargan fuertes referentes de agresividad. Y  aún  cuando  marcan  diferencias manifiestas  entre  unos grupos y otros,  ante  las  provocaciones  del  medio social, suelen reaccionar violentamente. Sus lógicas rupturistas van en contra de la normalidad social, fomentando enemistad con el medio urbano de origen, propiciando discordia con otras   pandillas, minorías sexuales por irrupción en zonas de marcaje  territorial  de  sus   hábitat,  e incompresión de sus códigos materiales y simbólicos de identidad y diferenciación.

* Pandillas: Se caracterizan por ser grupos minoritarios, herméticos, cerrados sobre sí mismos, con una identidad primaria provista de una ideología simple, dirigidos por líderes con ciertos carismas que conducen al grupo con mando autoritario-dictatorial. Su adhesión es fanática, agresiva y usualmente muy violenta. La presencia masculina es siempre superior al 95%. Se tiende a evitar la inclusión masiva de mujeres.  

* Tribus Urbanas: Son una forma de neotribalismo emergente, con una tipología integrada por: comunidades emocionales; “energía subterránea” que exige otros canales de expresión (ejs.: espacios festivos, recitales); nuevas formas de sociabilidad (ejs. códigos estéticos, rituales, lugares propios); interacción fuerte pero no continua; oponer a fragmentación y dispersión de “lo global” la necesidad de espacios y momentos compartidos.

* Fenómeno de minorías: emerge, con mayor o menor radicalidad, condicionado por situaciones sociales que “marcan” los espacios juveniles. En general, las ideologías fundantes de la estructuración de “pandillas” y “neotribalismos” son primarias, y las motivaciones de pertenencia adscriben a cuestiones emocionales que se relacionan, comúnmente, con carencias afectivas de quienes las integran.

* Estilos de vida: Marcados usualmente por una estética identificatoria y por tener diversos orígenes: pobreza, marginalidad, modelos delictivos, modelos de imitación, relativización del valor de la vida humana y de los espacios de justicia, hacen parte, entre otros, de las decisiones que originan la formación de pandillas y/o tribus urbanas, entidades que no sólo son refractarias a la sociedad genérica, sino que invocan drásticas conductas de odiosidad entre ellas mismas.

* Pandillas radicalizadas: Presentan estructuras de mando con sesgos autoritario-dictatoriales. La pertenencia al grupo de este perfil sociológico “pandillero”, se relaciona con fanatismos acríticos e incondicionales. Las relaciones “sociales amistosas” sólo se producen con “pares” (con la misma familia pandillera); y las de disociación, con otros grupos del perfil que se analiza, o contra personas victimadas en encuentros casuales , en los que buscan certezas de no resistencia para agredir con violencia salvaje y compleja.

* Ingreso al grupo pandillero: no lo decide el postulante. Llegar a ser miembro implica, previamente, cumplir rituales exitosos de “aceptación” por el liderazgo, los que regularmente, se relacionan con conductas violentas y agresivas. El tipo de rituales de ingreso al ente pandillero específico, tiene peculiaridades propias en cada pandilla.

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