MIENTRAS CHILE INTENTA AVANZAR EN LAS
GESTIONES PARA REPATRIAR DESDE EUROPA ALGUNOS RESTOS DEL MAMÍFERO FÓSIL
ENCONTRADOS EN PUERTO NATALES, VUELVE A RESURGIR LA INTERROGANTE SOBRE SU
VERDADERO ASPECTO Y LA HISTORIA DE SU HALLAZGO EN LA PATAGONIA. DESCUBRE AQUÍ
SU PASADO PRESENTE Y FUTURO PARA COMPRENDER LA ESTELA DEL EXTINTO PEREZOSO.
Texto y fotos:
Erick Bellido
Todo
aquel que programe sus vacaciones por la Patagonia, marca como destino obligado
de su bitácora de viaje una visita por el Parque Nacional Torres del Paine y la
mítica Cueva donde habitó el milodón (Mylodon darwini). Justo ahí, emerge
imponente una escultura del pariente primitivo del perezoso, erguido en
posición bípeda para impresionar con sus casi tres metros de altura a cuanto
turista avanza por el sendero demarcado por la CONAF. Lo curioso, es que la
imagen que ilustra esta portada no debería ser representada así, porque era un
animal cuadrúpedo y no bípedo, lo cual es avalado por paleontólogos y
arqueólogos de Chile y Argentina. (ver link a infografía)
Más
allá de cómo debería lucir la fisonomía del Milodón en Puerto Natales, desde el
año 2018 a la fecha su estela volvió a resonar, porque el Ministerio de Bienes
Nacionales avanza en formalizar la repatriación de huesos y pieles del extinto
mega mamífero descubierto en 1895 por Hermann Eberhard, su amigo Ernesto Von
Heinz y el ovejero Teodoro Hulphers, tras realizar la primera expedición hasta
el cerro Benítez, lugar donde se yergue la impresionante entrada a la caverna,
en plena Provincia de Última Esperanza.
La
investigadora chilena-alemana experta en la colonización de la Patagonia, Karin
Eberhard, bisnieta de quien liderara la mítica expedición hace 124 años, revela
algunos aspectos desconocidos de la histórica hazaña “desde la estancia donde
vivían mis antepasados, cabalgaron unos 250 metros, con la finalidad de
explorar una tenebrosa gruta de 150 metros de largo y 40 metros de alto.
Premunidos de escopetas, ingresan a la cueva, pero no se sabe quién del grupo
extrajo desde el polvoriento suelo un pedazo de extraña piel y huesos muy bien
conservados”.
Ese
hallazgo que refiere la investigadora, hoy se encuentra preservado en Lóndres,
al interior de unos cajones del British Museum, fuera de exhibición a público y
en proceso de evaluación para itinerar por Chile el año 2020.
Karin
Eberhard piensa que los restos descubiertos en Magallanes deberían retornar a
nuestro país, y sostiene que la historia a registrado diversos supuestos
hallazgos de la piel del milodón, “desde pequeña escuché decenas de historias
de la historia de pieles, uñas y pelos del animal hallado no sólo por mi familia, sino por
otros próceres “tras el extraño
hallazgo, mi bisabuelo colgó la enorme piel como un exótico trofeo en un árbol
fuera de su hogar en Puerto Consuelo, sin saber el valor que podría tener para
la ciencia en el futuro”.
Cuatro
años después (1899), Hermann Eberhard fue visitado por el antropólogo de origen
sueco, Erland Nordenskjöld junto al explorador Rodolfo Hauthal, quienes tras
enterarse del descubrimiento, vuelven visitar la cueva, realizando las primeras
excavaciones que les permiten acceder a nuevos vestigios del extraño animal.
Estos descubrimientos se complementan a posterior con los hallazgos del
asistente de campo Junius Bird, comisionado por el Museo Americano de Historia
Natural de Nueva York en 1930, confirmando que el milodón vivió en el
Pleistoceno Tardío, fechados entre 11.000 a 10.080 años antes del
presente.
Pero
pocos saben, que el milodón no fue el único que habitó la misteriosa Caverna de
Eberhard. Recientes estudios liderados la arqueóloga Fabiana Martin, doctora en
ciencias naturales de la Universidad de La Plata e investigadora del Instituto
de la Patagonia de la Universidad de Magallanes en el Centro de Estudios del
Hombre Austral, sostienen que el lugar donde se efectuaron los primeros hallazgos
fue un verdadero refugio de milodones. Pero además, las excavaciones han
permitido encontrar restos de camélidos (Macrauchenia), caballos (Hippidion
saldiasi), jaguar patagónico (Pantera onca mesembrina) y tigre dientes de
sables (Smilodon populator), los cuales alcanzaron a coexistir, siendo los dos
últimos, los depredadores naturales del extinto mamífero gigante.
“La
cueva fue utilizada como refugio de los grandes perezosos, pero también por
panteras patagónicas y tigres dientes de sable para consumir sus presas, entre
ellas presumiblemente al megamamífero” dice Fabiana Martin y agrega al respecto
“Posiblemente este animal también sirvió de alimento como carroña de los
primeros asentamientos humanos, práctica habitual a inicios de la humanidad
para sobrevivir a los fríos extremos entre 10.000 y 11.000 años”.
PASADO QUE EXPLICA EL PRESENTE
Para
comprender el contexto de las decenas de exploraciones emprendidas hace más de
un siglo y la razón de su importancia en el presente, al punto que pronto se
iniciarán nuevas excavaciones al interior de la Cueva del Milodón lideradas por
la Dra. Fabiana Martin, gracias a un nuevo proyecto
FONDECYT
1180272.
Volviendo
a retomar la historia, es dable indicar que los primeros restos de milodón hallados
en estado momificado se remontan a 1895 por Hermann Eberhard, dueño de la
Estancia Puerto Consuelo, hito que un año más tarde activa la visita a la cueva
de Otto Nordenskjöld y en 1897 por la Comisión Argentina de Límites liderada
por Francisco Moreno; en ambos casos tomaron muestras de tegumento, también
llamado milodón. Así Moreno ingresó la pieza a la Sección Zoología del Museo de
La Plata, en julio de 1898. En agosto de ese año, Florentino Ameghino publicó
de manera privada el reporte y la descripción de una porción del exinto animal con
características muy similares a la pieza de Moreno y los atribuyó a un perezoso
milodóntido (Xenarthra, Folivora, Mylodontidae: Ameghino, 1898a).
Basándose
en la calidad de preservación, concluyó que provenían de un animal muerto
recientemente, por lo que era esperable encontrar especímenes aún vivos en la
Patagonia. Más aún, relacionó su hipótesis con leyendas y mitos aborígenes
sobre seres monstruosos que habitaban la región, cuya denominación variaba
considerablemente entre publicaciones y autores.
Así
fue como la noticia tuvo un notable impacto promocional en aquella época, al punto
que en ámbitos científicos como periodísticos del mundo occidental despertó un
inusitado interés. Pero, al mismo tiempo, generó fuertes suspicacias en la
esfera local debido a la falta de precisión acerca de la procedencia del
material y al conflicto existente entre Ameghino y Moreno.
Néstor
Toledo investigador del Museo de La Plata, sostiene que desde entonces, y por
más de una década, se produjeron numerosas publicaciones sobre el hallazgo de
restos del primitivo mamífero de gran tamaño en la misma cueva.
Ello
explica porque es necesario comprender la historia de estas primeras
publicaciones y contextualizarla a los actuales tiempos, a fin de interpretar
la dinámica de las relaciones entre investigadores e instituciones de Chile y Argentina.
Asimismo, el destino exacto de todos y cada uno de esos ejemplares es todavía
confuso, pero al menos se puede aseverar que existen varias piezas distribuidas
en distintas instituciones científicas del mundo: Carnegie Museum of Natural
History, Pittsburgh, EEUU; MACN PV (Colección Paleontología Vertebrados), MACN
A (Colección “Ameghino”): Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino
Rivadavia”, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina; MB.Ma.:Museum für
Naturkunde, Berlín, Alemania; MLP:Museo de La Plata, La Plata, Argentina;
MNHN:Muséum national d’Histoire naturelle, París, Francia; NHMUK PV:Natural
History Museum, Londres, Reino Unido; PIMUZ:Paläontologishes Institut und
Museum Universität Zürich, Zúrich, Suiza; SGO.PV:Museo Nacional de Historia
Natural, Santiago, Chile; UZM:Museum of Evolution Uppsala University, Uppsala,
Suecia.
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