Para declarar su estatus social y político, durante décadas, las mujeres palestinas bordaron mensajes ocultos en sus vestidos de novia, ajuares y trajes de uso cotidiano, denotando sagacidad para exprimir la comunicación no verbal al evidenciar a simple vista la ideología en sus atuendos, decodificable solo por sus pares. Aquí desclasificamos un fragmento de aquella historia.
Texto: Bellido Press
La religión islámica hace un
especial énfasis en el cuidado por la apariencia y la vestimenta, sobre todo,
en las mujeres, y en Palestina, como en diversos países de creencias
musulmanas, se generó durante siglos un mercado textil basado no sólo en exigencias
de orden religioso, sino que también, la moda sirvió de excusa para que las
mujeres bordaran sobre lino y sedas un sinnúmero de bellos diseños. Pero su particularidad se jugaba en cada prenda, ya que variaban sus estéticos mosaicos y dibujos hilvanados, porque en ellos escondían diversos mensajes cifrados según lo que deseaban transmitir.
Iman Saca, profesora de
antropología social y arqueología, quien es directora del Programa de Estudios del
Medio Oriente de la comunidad palestina, sostiene que el vestuario tradicional posee
una rica variedad de bordados y belleza estética que da un sello único a la
región, pero que con los años, la técnica se fue perdiendo por falta de
transferencia del arte vinculado al uso de códigos ocultos en simbología
aplicada a las prendas de vestir.
Por eso, en el marco de la fiesta Taqalid, la antropóloga puso en valor la importancia de preservar y promover dicho patrimonio, mediante capacitaciones a niños, niñas y adolescentes ofrecidas por mujeres de la tercera edad como legado para las nuevas generaciones.
Si bien en la actualidad mucho de los códigos secretos estampados o bordados en sus atuendos se han perdido, aún quedan elementos iconográficos que se siguen utilizando hasta hoy en día, pese a que el boom de las dichas creaciones perduró hasta el año 1948.
Saca, sostiene al respecto que han tratado de preservar la tradición de los bordados pero “el paso inexorable del tiempo y el éxodo de nuestro pueblo han mermado este tipo de trabajo artesanal”. A ello se suman las dificultades para acceder a las telas y que el turismo ha bajado ostensiblemente en tierras palestinas a partir del bloqueo económico y las restricciones al turismo que ha puesto Israel.
Si bien el alcalde de la ciudad de Belén, Anton SALMAN, donó recursos para crear un museo con el objeto de preservar piezas de vestuario de antigua data y fomentar talleres de tejido y bordado, aún están muy lejos de alcanzar los niveles de producción que alguna vez marcó tendencia.
Hasta hace poco más de 15 años quedaban 43 industrias de elaboración de telas, hoy solo quedan tres, situación que se agudizó por la fabricación de imitaciones industrializadas por la globalizada industria China, la cual emuló las prendas en sus más variados estilos, colores y formas.
Parte importante de esta ancestral tradición de bordados sobre telas, aún se preserva en los vestidos de novia llamados ‘Shatwah’ en ciudades como Belén, Gaza, Hebrón, Jericó, Beit-Jala y Jerusalén. Es que se dice que en las comunidades palestinas no hay fin de semana en que no se celebre un matrimonio entre los 15 y los 29 años. Y más allá de los muros que separan las ciudades, anualmente se celebran cerca de 50 mil uniones, frente a unos 8 mil divorcios.
Antiguamente, los bordados indicaban el estado civil de las mujeres y se les enseñaba la técnica para teñir y tejer a partir de los siete años, y cuando llegaban a su edad para contraer nupcias, ellas ya contaban con un completo y variado ropero para enfrentar su nueva etapa de vida. En ciudades como Jericó y Beit Sahour, entre los siglos XIX y XX las telas se importaban desde Siria y eran teñidas al igual que los hilados con tinturas naturales, y entre los diseños figuraba la diosa de los cananeos Ishtar, además se rodeaba de otros símbolos para hacer frente al mal de ojos y otros símbolos de poder o productividad.
Así, los motivos de diseño, color y significados cambiaban dependiendo de la región (central, norte, sur y zona costera). En sus atuendos se revelaba su historia de vida, su condición económica y social, sus tradiciones, fertilidad la cantidad de hijos que tenía pensado dar a luz y su disponibilidad (soltera, casada, viuda, separada).
Según explica a Bellido Press la investigadora Iman Saca “las mujeres palestinas aprendieron literalmente a escribir sobre sus atuendos y vestidos. Cada bordado era una verdadera declaración de status político y social. Los símbolos cobraron fuerza como una técnica de comunicación no verbal”.
Tras la segunda intifada del conflicto árabe-israelí, en 1978, para preservar la herencia e identidad, las mujeres comienzan a mezclar todos sus códigos y símbolos; mientras que hasta antes de esa fecha, cada región del país, tenía sus propios colores, mensajes cifrados, iconografías y diseños.
Los históricos bordados de origen palestino eran de gran riqueza en
color y textura. Lo curioso era que en ellos se narraban mensajes, noticias y hasta el estado civil de
las mujeres, las que podían leerse en sus atuendos.
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