Estudio acusa precarias condiciones laborales que deben enfrentar las trabajadoras textiles que ejercen su oficio desde el domicilio particular para fabricar productos artesanales requeridos por intermediarios que abastecen a la industria textil mayorista.
Bellido Press
La investigación desarrollada por la Fundación SOL en alianza con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se denomina “Estudio del trabajo en domicilio en la cadena del vestuario en Chile y de la creación de organizaciones sindicales territoriales de las trabajadoras involucradas”, y revela el panorama que deben enfrentar a diario aquellas mujeres que tradicionalmente arreglan bastas, ajustan chaquetas o cambian cierres, siguen incursionando fuertemente en la cadena de suministro de la industria textil y del vestuario como forma de aumentar sus ingresos, sin embargo, su actividad se desarrolla en un contexto de alta precariedad, con bajas remuneraciones y sin acceso a la seguridad social.
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La investigación desarrollada por la Fundación SOL en alianza con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se denomina “Estudio del trabajo en domicilio en la cadena del vestuario en Chile y de la creación de organizaciones sindicales territoriales de las trabajadoras involucradas”, y revela el panorama que deben enfrentar a diario aquellas mujeres que tradicionalmente arreglan bastas, ajustan chaquetas o cambian cierres, siguen incursionando fuertemente en la cadena de suministro de la industria textil y del vestuario como forma de aumentar sus ingresos, sin embargo, su actividad se desarrolla en un contexto de alta precariedad, con bajas remuneraciones y sin acceso a la seguridad social.
“Los cambios
en la matriz productiva del país han llevado a una reorganización de la
producción y al surgimiento de nuevos escenarios, en los que muchas
trabajadoras han quedado en un ‘área gris’ que les impide poder acceder en
plenitud a sus derechos laborales”, destacó el especialista en Políticas de
Empleo de la OIT, Gerhard Reinecke.
Según el investigador de Fundación SOL y
coordinador del estudio, Alexander Páez, el problema radica en que pese a que
parecen trabajadoras independientes, “en realidad están insertas en una cadena
de relaciones de dependencia a través de las cuales, por ejemplo, el nivel
superior de la cadena –en este caso el retail- logra vender las prendas a
precios mucho más altos que el costo real”. Eso provoca, según él, que la
ganancia se sostenga gracias a las “bajas remuneraciones pagadas a los
eslabones inferiores de la cadena”.
Páez señaló
que “ha sido muy difícil dar con una cifra exacta de
cuántas son las mujeres que se encuentran en esta situación,
sabemos lo que hacen y tenemos certeza de las condiciones de precariedad
laboral en las que viven, pero aún no sabemos cuántas son”.
Además, otra
dimensión crítica es que el trabajo textil en domicilio es invisible. Las
mujeres en muchas ocasiones no se consideran “trabajadoras” -como productoras
de ingresos- dado la inestabilidad, las bajas remuneraciones que suelen
percibir, y no formar parte de un espacio físico como era una fábrica textil.
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