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ACTUAR CON PROSOCIALIDAD


DESDE ESPAÑA LA DOCTORA PILAR ESCOTORIN REVELA LAS CLAVES PARA INTEGRAR EL CONCEPTO DE PROSOCIALIDAD A LA HORA DE MITIGAR LA VIOLENCIA DE GÉNERO, DONDE CONECTAR CON LA MIRADA Y EL DOLOR ES FUNDAMENTAL.

BELLIDO PRESS
La realidad expuesta en la presente nota, permite visualizar a partir de la sistematización de casos, que la violencia de género contra la mujer, debe ser abordada desde distintos prismas para aplicar herramientas diferenciadas al momento de asistir las variables multicausales a través de modelos de intervención centrados en las víctimas por maltratos, abusos, humillaciones y diversos tipos de violencia de carácter físico, psicológico, sexual, económica, social, virtual o emocional.
Si bien las cifras a nivel global y glocal se elevan año tras año, el problema de fondo es que la violencia en sus distintos matices se transformó en una soterrada mala práctica dentro y fuera del núcleo familiar, por eso cobra especial valor, visibilizar experiencias, fortalecer el cuidado de equipos y optimizar las estrategias prosociales con instrumentos prácticos orientados a mejorar las experiencias de asistencia a mujeres víctimas de violencia en todas sus formas, muchas veces derivada de las relaciones asimétricas de género en el ámbito intra y extra familiar, lo que también exige revisitar los marcos normativos o legales de forma permanente para mejorarlos, sin perjuicio de reconocer que las distintas formas en que se manifiesta la violencia impide la igualdad de oportunidades y establece una brecha inaceptable para el pleno desarrollo de la mujer en todos los ámbitos.
El presente contenido entrega un conjunto de posibles herramientas para generar intervención prosocial que permiten propiciar giros de realidades maltratantes hacia un sentido de bienestar dejando las malas prácticas machistas en el pasado, no se debe perder de vista que actualmente la violencia contra las mujeres se encuentra enquistado dentro del tejido social como un problema que ha alcanzado proporciones epidémicas, y fumigar esta barbarie toma tiempo, pues implica instaurar nuevos  paradigmas centrados precisamente en entrenar la empatía, la solidaridad, fortalecer las redes de cooperación y la trabajar en sintonía con el trauma o el dolor del otro en actitud resilente.  
Múltiples estudios internacionales han concluido que más de la mitad de las agresiones que reciben las mujeres por parte de sus parejas originan daño físico, y el 10% de las víctimas necesitan hospitalización o tratamiento médico de emergencia. Sin ir más lejos, la Organización de Naciones Unidas ha sostenido de forma reiterada que son las mujeres las que corren más riesgos en sus propios hogares de ser víctima de violencia de género, ya que en el hogar es la principal causa de las lesiones que sufren las mujeres entre 15 a 48 años en todo el orbe.
Así es como surge entre las necesidades de las víctimas de violencia machista acceder a la disponibilidad de respuestas partiendo por la rápida detección de los casos, para luego preparar a los actores claves en brindar una mejorada acogida o asistencia, otorgando apoyo integral, propiciando la protección y el acceso a la justicia.
No sería extraño que muchos lectores y lectoras no hayan oído aún la palabra prosocial o Prosocialidad. Es un término tan reciente en los estudios de la psicología, no sería raro que a diferencia de su palabra antónima “antisocial” sea un término poco usado o confundido con acción social, caridad, altruismo. En la red LIPA venimos trabajando hace más de 30 años un concepto que si bien está relacionado con las definiciones que trabajan la mayoría de los investigadores en el tema, nos diferenciamos en que el nuestro, es un concepto aplicado.
La Prosocialidad aplicada se basa no sólo en su deseabilidad ética, o en los enormes beneficios que tiene la Prosocialidad para las personas y los grupos, sino sobre todo, en que funciona. Sí, así como se lee, la Prosocialidad funciona siempre y porque es un modelo funcional, es viable poder usarlo para generar cambios estructurales, culturales, en organizaciones, grupos y en el estilo de vida de las personas.
Nuestra experiencia en los últimos 30 años es que si hay personas voluntarias que quieran aplicar o probar de implementar innovación prosocial en sus contextos, siempre es posible. Más adelante explicaremos en detalle el modelo de la comunicación prosocial, uno de los principios en los que se basa nuestra Prosocialidad aplicada.
En este espacio se hace una reflexión teórico-aplicada de la mano de la doctora en psicología Pilar Escotorín sobre cómo la Prosocialidad puede aportar al trabajo y a las organizaciones de los y las profesionales que trabajan con mujeres en situación de violencia

Prevenir la violencia cambiando la cultura

Es inevitable que cuando se aborda el problema de la violencia machista, los profesionales se encuentren en una especie de bucle. Están permanentemente apagando incendios, pero ¿cómo evitar que se generen más pirómanos?
Una profesional del ámbito policial nos comentaba durante REVIVAL que es alarmante, pese a toda el agua que ha corrido bajo el puente, hacer charlas preventivas a adolescentes, y ver que pese a su juventud, chicos y chicas siguen normalizando la posesión y el dominio como un comportamiento adecuado y normalizado en las parejas de adolescentes.

Pasando por la música que escuchan y el mundo de la moda que enfatiza estereotipos, es muy difícil pensar que se generará un cambio de cultura si no se trabaja de manera coordinada escuelas, hospitales, policía, trabajo social, medios de comunicación e industria.

Por este motivo, si bien este libro trata de “herramientas”, quisiéramos partir con una reflexión central. Desde qué marco de pensamiento queremos generar las herramientas. Nuestra propuesta es que la Prosocialidad aplicada ofrece un marco de pensamiento e intervención que puede favorecer el diagnóstico y detección temprana de casos, la innovación en las estrategias de trabajo con mujeres, la mejora de la calidad de las redes y también un espacio operativo para prevenir.

La Prosocialidad aplicada (Roche, 1991, 2010) es un sistema de pensamiento, relaciones y comportamientos o acciones que, sin la búsqueda de recompensas materiales o externas favorecen a otras personas o grupos, siempre según el criterio de éstos. El criterio del receptor es fundamental en la definición, pues garantiza no sólo que la ayuda sea real, sino sobre todo, que no genere efectos secundarios no deseados (dependencia, subvaloración, disminución de la autoestima).

La Prosocialidad es una ayuda desinteresada orientada al otro desde el criterio del otro, y sin recompensa material buscada. Se diferencia de la colaboración (te doy y luego tú me das) en que el autor no se espera a cambio, ni exige ningún tipo de favor a cambio. La Prosocialidad es gratuita. Aunque precisamente esta gratuidad, que es honesta y no sólo declarada, muchas veces genera a cambio reciprocidad, agradecimiento, pues las personas percibiendo el desinterés material se sienten doblemente motivadas a devolver esta acción al propio autor de la ayuda o a otras personas.

Así como la violencia genera violencia, la Prosocialidad también es contagiosa pues salvaguarda la identidad, la autonomía, la creatividad e iniciativa de los individuos o grupos implicados.

La literatura da cuenta de sus innumerables beneficios tales como prevenir, conectar con las personas, optimiza las relaciones humanas, es auto protectora de la salud mental, contagia positivamente el ambiente, ayuda a gestionar la agresividad, mejora la calidad de vida, mejora las habilidades personales.

A nivel grupal, en las organizaciones aumenta la reciprocidad positiva, aumenta los niveles de confianza y redes de colaboración duraderas entre personas,  aumenta la motivación intrínseca para ser parte de una organización o grupo.

Un clima prosocial en equipos de trabajo disminuye niveles de estrés y previene el Burnout. Por eso, los líderes prosociales son más influyentes pues tienen prestigio social.

La presencia de un clima prosocial, automáticamente reduce la violencia en la comunidad, pues la Prosocialidad es incompatible con la violencia.

Si hablamos de cambio cultural, se lo que se trata es de erradicar la violencia como patrón de comportamiento normalizado para resolver los conflictos. Y a nivel interpersonal, nuestro primer deber si pensamos en niños y jóvenes, es cortar la repetición de comportamientos agresivos y reemplazarlos por comportamientos más eficientes y que no dañen a las personas. Los patrones de comportamiento violento, se aprenden, y también se pueden desaprender.

Es importante que eduquemos a jóvenes y adultos en la importancia que tiene la ayuda para salir adelante. La soledad es la peor consejera en la toma de decisiones complejas y las personas en situación de vulnerabilidad, o que trabajan en entornos complejos, tendrán más recursos positivos de resolución si aprenden a ser generosos y ayudar a otros; a construir espacios de confianza interpersonal, y también a pedir ayuda cuando lo necesitan para construir redes de apoyo seguras.

Desde una mirada preventiva, se puede decir que nos interesa que nuestros niños y niñas puedan en el futuro ser buenos padres y madres, que erradiquen el maltrato en la crianza y que aprendan sobre todo a construir relaciones de pareja y familia con calidad prosocial. Pero no sólo nos centramos en niños y jóvenes, la Prosocialidad aplicada se basa en el hecho de que  todos y a cualquier edad podemos tener un espacio mental de cambio, siempre que tengamos el deseo de cambiar por motivación intrínseca, o porque las circunstancias nos obliguen a cambiar por necesidad.

La prevención implica primero, estar dispuestos,as a entrenar las propias habilidades psicológicas prosociales para conectar mejor con los demás. No se cambia una cultura desde un escritorio. Debemos estar disponibles para aplicar los modelos teóricos que predicamos en nuestra propia vida. Por eso normalmente sugerimos comenxar a trabajar el modelo de Comunicación prosocial (detallado en el siguiente capítulo).

Las acciones comunicativas cubren aprox. un 80% de toda nuestra interacción con otras personas.

Si la comunicación fuera de calidad prosocial, garantizaría  - podría decirse - un 70% de buenos resultados. En los primeros minutos de una conversación se juega la fluidez y la empatía de la comunicación que sigue.

Por este motivo, es importante cuidar esos inicios, ver su incidencia en el interlocutor y mantener,  pesar de todo, nuestra responsabilidad, iniciativa, asertividad respecto a la calidad de toda la conversación. La comunicación prosocial garantiza la eficacia, eficiencia y cohesión entre ambos interlocutores.

Por lo tanto el inicio de un cambio cultural empieza por nuestro convencimiento de que somos plenos agentes y autores del cambio.

El cambio empieza en cada uno de nosotros

En cierto modo podemos ser “centro”, líderes o co-constructores, en cada momento presente, respecto a la calidad relacional de nuestro entorno.

Para ello, el primer trabajo es cuidar nuestra integridad, nuestro pensamiento, nuestras emociones cuando salimos al “mundo”. Mediante procesos internos, psíquicos y relacionales, como la imitación, identificación, contagio emocional, contagio gestual, aceptación, confirmación del otro estamos incidiendo los unos en los otros.

Nuestra Inteligencia Emocional, hoy tan conocida, hay que aplicarla en nuestras vidas y relaciones. Este proceso empieza por ser capaces de identificar nuestros momentos emocionales,  como los de:

·         Ira-rabia

·         Antipatía

·         Envidia-celos

·         Miedos (por la seguridad física y protección imagen y autoestima)

·         Dominio sobre el otro

·         Orgulllo/vanidad

Bastarían estos momentos, para irlos concienciando y depurando sobre la marcha en nuestras interacciones, si deseamos aumentar en calidad prosocial.

 Alternativas “positivas”

Una vía de intervención en uno mismo, para empezar, puede ser el identificar e incrementar los propios momentos emocionales como los de:

•         Conquista de la simpatía voluntaria

•         Admiración expresada

•         Escucha profunda, con deseo de descubrir todo lo positivo del otro

•         Emplear en nuestra afirmaciones:

o   el “quizás”,

o   “en mi opinión”,

o   “no estoy seguro pero pienso que”,

o   “me gustará saber qué piensas tú sobre esto”.



•         Control de nuestro excesivo protagonismo, en la palabra

•         Resistirse a pensar que siempre nuestras ideas son mejores que las del otro.

Para aumentar la calidad prosocial, bastarían estos elementos para irlos recordando de aplicar sobre la marcha en nuestras interacciones.

Prosocializar los equipos de trabajo profesional
Desde un enfoque prosocial, trabajar en red es una de las vías más eficaces para optimizar   las condiciones del trabajo.  REVIVAL sobre todo generó esto: espacios para que los profesionales hablaran entre sí y se tomaran el tiempo no sólo de pensar en estrategias de emergencia, sino también contrastar ideas de cómo avanzar de manera integrada en un aprendizaje social necesario que dé a las personas otros modelos de funcionamiento diferentes de los aprendidos en casa y en la propia sociedad.

Es necesario hacer una apuesta a nivel de la red para que haya espacios de diálogo y confianza (centros de confianza) donde los profesionales puedan analizar casos, resolver problemas, diseñar soluciones e interactuar en un clima prosocial entre ellos y con las mujeres en otro plano, y generen espacios de conocimiento recíproco y colaboración con actores externos que apoyen casos difíciles.

Pero también es necesario que las organizaciones que acogen a las mujeres y los menores de edad en situación de violencia machista avancen en horizontalidad y calidad prosocial.

¿Cuál es la calidad prosocial de mi equipo? ¿Es mi organización un espacio adecuado para acoger, gestionar y acompañar adecuadamente casos de mujeres que viven la violencia de género? ¿Qué habría que hacer para adaptar nuestra estructura en tanto “comunidad de profesionales” para hacer frente a este problema de manera eficaz y sostenible?

Para ayudaros a hacer un pequeño  examen de la calidad prosocial de vuestro equipo, os proponemos algunas afirmaciones. Si su respuesta es positiva, la calidad prosocial de su equipo es alta en cada uno de los aspectos mencionados.
5=Totalmente de acuerdo
4=De acuerdo
3=No de acuerdo ni en desacuerdo
2=En desacuerdo

1=Totalmente en desacuerdo
Chequeo de la calidad Prosocial de mi equipo (Escotorin)
5
4
3
2
1
1.Validación de los otros profesionales con calidad prosocial





Estoy convencido de que la gente con la que trabajo es mi compañera.





Reconozco que cada persona es experta en su campo





Cuido la manera en la que comparezco y pienso ante de los otros, para así, eliminar prejuicios y etiquetas sobre mis compañeros, jefes, usuarias a quienes atiendo





Busco establecer relaciones de igual a igual entre otros, eliminando así cualquier vestigio de superioridad y abuso de poder. Colaboro con mis compañeros con gusto.





2.         Conjunto de experiencias de aprendizaje





Busco generar experiencias en el conjunto del aprendizaje a través de reuniones participativas o espacios de trabajo en los que cada persona puede expresar libremente lo que sabe hacer.





3.         No alarmarse ante las diferencias





Cuando un compañero o profesional con el que interactúo me explica algo contrario a lo que pienso, me mantengo sereno,a y no le interrumpo mientras habla.





Me muestro interesado,a ante sus ideas y pido clarificaciones para así entenderle de manera completa y, luego, soy capaz de darle mi opinión mostrando mi desacuerdo de manera concisa pero siempre respetando su dignidad y derecho a disentir.





Chequeo de la calidad Prosocial de mi equipo (Escotorin)
5
4
3
2
1
4.         Empatía Cognitiva





Estoy interesado,a en la opinión de los demás





Antes de aconsejarles les hago preguntas para así entender el porqué piensan lo que piensan.





5.         Liderazgo prosocial





Cuando me toca liderar algo, no trato de imponer mi visión de las cosas, sino que busco ser un mediador. Mi rol es construir relaciones de confianza y sinergias.





6. Otros valores positivos para construir la comunidad





Conozco y estoy interesado,a en conocer y divulgar las buenas actuaciones de los compañeros en mi centro.





Agradezco la ayuda de mis compañeros, ya sea en el momento que me aconsejen o aprenda algo de ellos, o posteriormente.





Me comunico positivamente con mi equipo





Me interesa el aumento del sentimiento de comunidad en mi organización y con los profesionales con los que colaboro.







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